Osvaldo Barreñada, titular de UTI: » La unidad sindical y la defensa del trabajador van de la mano»

Tras un 2020 más que agitado, los trabajadores del PAMI están recuperando la calma. En lo sanitario, por la clara disminución de la pandemia –fueron varios los que murieron cumpliendo su deber-; en lo salarial, por la muy buena paritaria obtenida, y también porque felizmente se frenaron los injustificados despidos dispuestos por la Intervención del organismo. En estas líneas Osvaldo Barreñada, secretario general de la UTI –el gremio del sector- habla de todos esos temas y también aborda la política sindical. “La CGT debe ser una sola, los planes sociales deben darle paso al trabajo genuino y el movimiento obrero tiene que recuperar la calle”, dice. Y no se equivoca.

POR: EDELMIRO BARROSO

Los grandes medios no lo reflejaron pero los trabajadores del PAMI atravesaron recientemente una situación sumamente compleja a causa de la pandemia del COVID-19 –con la pérdida de muchas vidas incluida-. Pero también sufrieron una serie de despidos más que injustificados, muchos de los cuales aún siguen sin haber sido resueltos. Asimismo, la terquedad de la Intervención hizo que el gremio se viera envuelto en una ardua disputa salarial al pretender que los salarios tuvieran el mismo tratamiento que los del sector público, aún cuando el PAMI no es un organismo estatal.

De estos y de otros temas habla en esta nota el secretario general de la Unión de Trabajadores del Instituto, Osvaldo Barreñada, quien no se cansa de señalar que la defensa de los trabajadores está por encima de cualquier otro interés que pueda tener la dirigencia gremial en su conjunto. Tucumano, con más de 30 años en el organismo y líder indiscutido de la UTI –un gremio en el cual sus integrantes dejan en la puerta de entrada sus preferencias político-partidarias-, Barreñada empieza la charla haciendo una reseña del conflicto que atravesó su sector durante todo el año pasado.

Un mal comienzo    

                                                                                                                                “Inmediatamente después de iniciada la cuarentena, y luego del decreto presidencial que impedía los despidos, la intervención del PAMI decidió despedir a una serie de compañeros, sin motivo alguno, y con el único argumento de que habían sido nombrados durante la gestión macrista. Esto no había ocurrido nunca en el PAMI: jamás se había despedido a nadie por la simple razón de haber sido nombrado en una gestión anterior. Bueno, lo cierto es que a partir de esa decisión estuvimos en conflicto durante mucho tiempo e incluso llevamos varios de los casos de nuestros afiliados a la justicia la cual –en varios de ellos- instó al PAMI a reincorporar a esos empleados. Y en otros, la justicia directamente falló a favor de esos trabajadores, dejando sin alternativa al Instituto. Esa situación se dio entre abril y mayo de 2020; luego de nuestro reclamo y nuestras medidas de fuerza, el panorama cambió: ya no hubo más despidos. Pero lo cierto es que lo que hizo la intervención nos provocó mucho daño. Y no solo en lo específico, sino porque fue algo que nunca había sucedido en los 50 años de existencia del PAMI. Porque no se trató de despidos de En este caso, los despedidos fueron simples trabajadores. Y eso nunca había ocurrido en el PAMI, con ningún gobierno. Pero bueno: lo cierto es que ahora estamos transitando un momento de tranquilidad en ese sentido: no hay más despidos y pudimos conseguir que muchos compañeros volvieran a sus lugares de trabajo”.

Si bien el tema no está resuelto en su totalidad –la Intervención nunca quiso reincorporar a nadie per sé y aún hay juicios en marcha-, el titular de UTI reconoce que hubo un importante avance en la relación con la patronal: “Hoy tenemos un diálogo abierto con la intervención; tuvimos nuestra paritaria y debo reconocer que obtuvimos un aumento importante –en total un 45 por ciento- que no está cerrado y sobre el cual volveremos a discutir antes de que se termine el año para no perder frente a la inflación. Así que puedo decir que hoy, nuestra relación con las autoridades del Instituto es normal. Ahora, también debo señalar algo que siempre digo cuando me preguntan sobre el tema: en la medida de que el PAMI no se normalice –de los 50 años que tiene, 45 los ha pasado de intervención en intervención-, siempre va a estar a expensas de sufrir los vicios de toda gestión. Mire: el PAMI es un organismo público no estatal, pertenece a los trabajadores en actividad y los jubilados, que son quienes sostienen al Instituto con sus aportes, el Estado no aporta dinero alguno. Por eso el PAMI debe ser conducido por sus dueños: el presidente y los directores deben ser designados por la CGT, y los jubilados deben votar en una elección nacional para elegir a sus representantes en el Directorio. Pero mientras esto no ocurra, el PAMI seguirá teniendo problemas de origen político, sin distinción de banderas”.

Sin acusar a nadie, es muy claro ante la pregunta de por qué razón el PAMI vive intervenido: “No creo que haya un pacto, pero parece que todos los sectores políticos están de acuerdo en no normalizar al PAMI: lo han intervenido los propios militares que lo crearon; lo intervinieron los radicales, los peronistas, Cambiemos… Y no puede decirse que esas intervenciones hayan sido dispuestas a raíz de una mala gestión de las autoridades genuinas del Instituto porque mayoritariamente vive intervenido. Cada vez que tuvo sus propias autoridades, éstas no duraron más que algunos pocos meses. Y así es imposible gestionar. Está claro que no se trata de un tema político partidario, porque todos los gobiernos han hecho lo mismo, a pesar de que en su estatuto de creación está muy claro que el PAMI es un organismo público no estatal, es como si fuera –por poner un ejemplo- el Colegio de Abogados: el Estado no tiene nada que hacer allí. Tal vez tantas intervenciones tengan que ver con que el PAMI es el cuarto presupuesto del país, lo cual no es poco, precisamente. Es cierto que en algunas ocasiones el PAMI ha recibido algún ATN, pero también es cierto que en otros momentos, habiendo tenido superávits importantísimos, de golpe se vio obligado a comprar letras de Tesorería para solventar gastos de la Nación. Por eso nuestra lucha, en ese sentido, es permanente: el PAMI tiene que volver a ser manejado por sus propios dueños: los trabajadores en actividad y los jubilados”.

Al surgir el tema de los jubilados, el cronista no puede ignorar las críticas que se le hacen al Instituto por carencias o demoras en la atención y, en algunos casos, por falta de transparencia. Entonces, responde el dirigente: “Nosotros, desde luego, también luchamos para que todo lo que ocurre en el Instituto esté dentro del marco de la ley y sea transparente. ¿Por qué? Porque cuando sucede algo –cualquier cosa- que sea o parezca sospechoso, somos nosotros los que tenemos que salir a dar la cara aun cuando no seamos los verdaderos responsables. Además, el PAMI no es igualo a cualquier otro organismo: nosotros, sus trabajadores, tenemos la obligación de estar presentes cuando viene el jubilado. Y cuando éste viene, no llega contento: llega mal, porque sufre alguna enfermedad, o llega enojado porque tiene alguna carencia o no ha recibido el servicio requerido a tiempo. A nosotros siempre nos toca poner la cara, ‘bailar con la más fea’, si se me permite la expresión. Y no estoy renegando de eso porque así es nuestro trabajo: los jubilados vienen a nosotros en busca de soluciones, que en general deber brindarse de inmediato. Y debemos responder y estar a la altura de las circunstancias, así que no estoy quejándome. Pero más de una vez la solución que debemos brindar no está en nuestras manos, pues es algo que debió haberse previsto y brindado desde más arriba, desde los niveles jerárquicos del Instituto. Entonces, cuando no podemos solucionar determinados problemas, pareciera que la culpa fuera nuestra; es insólito lo que voy a decir ahora, pero muchas veces hubo empleados que fueron insultados, escupidos y hasta golpeados por los propios jubilados o por sus familiares. Y todo eso por la sencilla razón de que desde el sector político del organismo no se ejecutaron a tiempo determinadas medidas”.

En otro aspecto, pero siempre hablando sobre el trabajo en el Instituto y ante una pregunta del cronista, Barreñada recuerda a sus compañeros caídos en la lucha contra el COVID: “En lo que va de la pandemia, fallecieron muchos compañeros nuestros, algunos muy jóvenes, a causa del COVID, el cual contrajeron mientras ejercían sus labores, en sus puestos de trabajo. Le agradezco que haya mencionado el tema, porque se nos murieron muchos y la verdad que no me consta que nuestro gremio haya tenido el reconocimiento que esos compañeros, que dieron sus vidas para que los jubilados estuvieran bien, en verdad se merecen”.

 

Una sola CGT

                                                                                                                                      En el terreno intersindical, y a pesar de no ser un gremio numeroso –es, lejos, el más grande de los que tienen presencia en el PAMI pero no llega a los ocho mil afiliados-  la UTI ya hace tiempo que tiene peso específico propio. Seguramente por eso, días atrás recibió la visita de la cúpula del Frente Sindical, integrada por el camionero Pablo Moyano y el titular del gremio del vidrio Cristian Jerónimo, y una invitación a participar del Plenario de ese Frente. Ante la consulta, Barreñada comenta: “La idea de UTI, y en general de todos los que participamos del Plenario del Frente Sindical, es que haya una CGT unificada y, en lo posible, que el secretario general sea uno solo. Pero, bueno, estamos dispuestos a dialogar siempre con la condición de que la CGT sea una sola y que no haya grupos dispersos porque, como bien reza el dicho, ‘la unidad hace la fuerza’. El otro día yo daba un ejemplo al charlar en un programa de radio: si tenemos una hoja de papel, podremos romperla con suma facilidad; ahora, si en vez de una hoja tenemos una resma de 500 hojas, seguramente no podremos romperla”.

De inmediato, Barreñada se adentra en la política sindical nacional: “En un momento tan difícil del país, todos los que representamos al movimiento obrero necesitamos estar unidos y buscar consensos con los distintos grupos: está la Corriente Federal, los gremios agrupados en la propia CGT, los que integran el Frente Sindical, el MASA (Movimiento de Acción Sindical Argentino, N. del R.). Por eso la idea es que haya una sola CGT, darle continuidad a su dirigencia y evitar las divisiones por cuestiones menores. Lo que debe unirnos dentro de la organización madre debe ser el mayor de los consensos: la defensa del trabajador, no solo en lo que hace a su salario sino en cuanto a todos los derechos adquiridos y los que queremos seguir adquiriendo. Y, parafraseando al general Perón –aunque él se refería al país como nación-, necesitamos que el trabajador tenga independencia económica. Porque teniendo independencia económica va a poder disfrutar de una justicia social real. Esa es nuestra idea, a eso apuntamos desde la UTI y así se lo hemos hecho saber a los compañeros del Frente Sindical”.

En este punto, y aprovechando el ejemplo puesto por el dirigente, el cronista quiere saber qué pasaría si el papel se rompiera. Es que dentro de la CGT y fuera de ella haya facciones muy separadas que se unieron a medias y de apuro en el marco de las elecciones del 2019. Y diferencias profundas como las que separan a los Daer de los Moyano, por ejemplo…

Entonces, Barreñada es contundente: “Cada uno de nosotros puede cometer errores, tener defectos o ambiciones desmedidas. Pero lo que no podemos olvidar ni perder de vista en ningún momento, y que es el mayor de los consensos y el único al que no debemos renunciar en las organizaciones sindicales, es la defensa del trabajador. Si todos nos ponemos de acuerdo en eso por encima de los intereses personales, sectoriales o de algún gremio en particular, seguramente vamos a alcanzar ese consenso, seguro que habrá unidad y por supuesto que podremos olvidarnos del papel que se rompió y obtener una resma nueva. De eso no hay dudas: acá lo único que importa es el trabajador. Si nosotros, desde la posición que tenemos –la cual obtuvimos por el voto de nuestros compañeros-, no entendemos que los verdaderos dueños de nuestros gremios son los trabajadores, siempre habrá rupturas. Ahora, si definitivamente entendemos que debemos estar juntos para poder defender los derechos que tienen todos los trabajadores, en ese caso no se romperá ningún papel. Inclusive, tendremos la posibilidad de poder hacer algo que yo vengo diciendo desde hace tiempo: volver a tomar la calle, volver a ganarla. El movimiento obrero ha perdido la presencia en la calle a través del tiempo y, como es sabido, hoy la calle está en mano de los movimientos sociales, en los cuales hay una gran cantidad de trabajadores sin trabajo que hoy subsisten con planes sociales”.

Primero, los trabajadores

                                                                                                                                        El tema de la necesaria unidad sindical hace que el cronista consulte al dirigente sobre si acaso la cuestión gremial debe exceder y hasta ignorar a la política partidaria. Y pone como ejemplo al radical de la Asociación Bancaria Sergio Palazzo, hoy candidato a diputado nacional por el Frente de Todos.

Por supuesto –dice Barreñada, y agrega-: Voy a contar algo que tal vez muchos no lo sepan o no lo tengan en cuenta. La CGT se conformó en 1930 y los primeros dirigentes de esa CGT eran radicales; por cierto, el peronismo aún no había nacido. La central obrera es de todos los trabajadores, sin importar la orientación política de cada uno de ellos. Si uno quiere hacer política desde el sindicalismo,  bueno: el peronismo tiene las Sesenta y Dos Organizaciones Peronistas, la UCR, la Organización de Trabajadores Radicales, OTR… Y está todo bien, pero la CGT es la CGT, y es la madre de todos. No importa, insisto, el color político ni el creo religioso: todos somos trabajadores y tenemos que reconocernos y respetarnos como tales. Y la CGT, como madre, debe abrirles los brazos a todos, recibirlos, cobijarlos y defenderlos, a todos sin excepción. Por eso, los que quieren transformar a la CGT en una entidad perteneciente a una determinada ideología o a determinado partido político, están cometiendo un error gravísimo. La CGT es de todos, aunque no todos piensen igual ni sientan igual ni crean en lo mismo. Pero todos tenemos un común denominador: todos somos trabajadores”.

Sobre el final, y aunque ya se había referido al tema, se lo consulta puntualmente sobre la relación de UTI con Luana Volnovich, la Interventora del PAMI, habida cuenta de que fue ella la impulsora de los polémicos despidos y quien pretendía que los salarios del Instituto tuvieran el mismo tratamiento que los del sector estatal. Y aunque no la nombra a Volnovich, Barreñada es muy sincero al responder.

Hoy las cosas están bien. Pero ya que volvemos sobre la cuestión, hay algo que quiero señalar: el argumento para despedir a los compañeros fue que habían ingresado durante el macrismo lo cual, en la mayoría casos, no era cierto. Más aún: cuando terminó el gobierno de Cristina, quedó en PAMI un montón de gente contratada que había entrado durante las tres gestiones del kirchnerismo. Entonces nosotros –que al gobierno de Macri le hicimos 17 medidas de fuerza, incluyendo tres paros generales- accionamos ante la intervención y logramos dos cosas, entre otras varias: que no se despidiera a ningún contratado y que a la gran mayoría se los pasara a planta permanente aunque casi ninguno de esos trabajadores tenía ideológicamente nada que ver con el gobierno macrista. Por eso digo que no importa la ideología del trabajador: lo que importa es que es trabajador. De tal modo, así como defendimos a los que ingresaron con Cristina, tenemos que defender a los que entraron, después, con Macri y a los que hayan ingresado, ahora, con Alberto Fernández. Y los tenemos que defender porque son trabajadores, piensen como piensen y voten como voten”.

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