LIBROS / Ana alumbrada, Militancia, amor y locura en los 60, reconstruir una época y una historia familiar

Entrevista a Alejandra Slutzky, autora del libro Ana alumbrada, Militancia, amor y locura en los 60. Un viaje profundo a la historia familiar de la autora, desde el cual reconstruye un período histórico. 

Por LEONARDO MARTÍN 

“Este es mi primer libro escrito en castellano”, comienza la conversación Alejandra Slutzky en referencia a su libro Ana alumbrada, Militancia, amor y locura en los 60 (Editorial Punto de Encuentro) donde reconstruye la historia de su madre Ana Svensson y de todo un período político signado por una militancia política radicalizada, pero también con límites que se encarga de describir. 

La tapa del libro tiene en el centro una imagen de Ana Svensson en la plenitud de su juventud, bellísima y sofisticada, con una mirada encendida e inquieta. Nada mal para haber sido una foto tomada en una comisaría tras una detención en 1962 en La Plata.   

“El libro tiene varios temas, militancia, amor y locura. También la cuestión de género de la mujer en la militancia, como era en los años sesenta. Se llama alumbrada porque saco a la luz la historia de ella y de otros compañeros encerrados en los manicomios en los años setenta”, resume el libro su autora. El libro significó, además, un viaje personal para conocer quién era realmente su madre, que sentía, cuál había sido historia, qué había ocurrido para ser encerrada en diferentes neuropsiquiátricos. Una búsqueda de las piezas faltantes del rompecabezas familiar por ser descubiertas. 

El libro también narra una relación epistolar de Ana Svensson que desde su encierro en los neuropsiquiátricos  mantiene con un Julio Cortazar ya consagrado como escritor. “Yo tengo cartas de Cortazar desde 1975 hasta 1982. Él escribe con mucha ternura, incluso la llega a nombrar en una poesía. Le escribe de todos lados del mundo, de Nairobi, de París de Nicaragua, le manda tarjetas. Eso la mantiene con vida a mi madre”, relata. 

Alejandra Slutzky vive en Holanda desde el año 1977 en el cual se exilió de la Argentina en el momento más álgido de la represión y salvajismo de la dictadura cívico militar. Ese mismo año fueron detenidos y asesinados su padre y un tío paterno, hechos que llevaron al exilio y radicarse definitivamente en Holanda. 

¿Cuál es el motor que encendió la escritura del libro sobre la historia de tu madre Ana Svensson?

Decidí escribir este libro cuando en un momento de la búsqueda por ver quien era mi mamá. Encontré un montón de cosas y me plantee llevar la historia a la comunidad porque es una historia muy particular. Mii papá era Samuel Slutzky (detenido y asesinado en 1977 por la Dictadura), él fue médico de la guerrilla en Taco Ralo (Tucumán) en 1968. Mi mamá también militaba, pero quedó en la oscuridad del olvido. Lo único que dos personas me decían era que estaba mal de la cabeza. De hecho, ella falleció en un neuropsiquiátrico, en un manicomio, pero yo sentía que no podía ser solo eso, al fin y al cabo mis padres antes que yo naciera militaban. Incluso se fueron a Cuba en 1967 para entrenarse para adherir a la lucha del Che Guevara, viaje al que nos llevan a  mi hermana y a mí. La cosa es que mi papá se vuelve a Argentina y se junta con las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) para ir a Taco Ralo y mi mamá se queda con nosotros regresando más tarde a la Argentina. Sabiendo que mi madre tomó esas decisiones sospeché que tendría que haber algo más. 

¿Tenés recuerdos de ella?

Tengo diferentes clases de recuerdos. Tenía recuerdos emotivos, no tenía imágenes ni sonidos, pero sí que sentía algo de ella. Por ahí algún recuerdo desde antes que a ella le fuera mal, en donde dibujábamos y pintábamos juntas. Después tengo recuerdos de cuando la internan en el Moyano en su primer internación seria. Después de un par de hospitales a los que la fuimos a visitar. Mi recuerdo es de ella enferma. 

¿Qué es lo que pasa en Cuba y como vuelve  a la Argentina?

Volvemos de Cuba en 1970. Yo creo que mi mamá vuelve porque yo tengo que comenzar a ir a la escuela. Ella vuelve, pero mal. Con parte del cuerpo paralizado. Para ella hay un antes y después de Cuba donde le pasó algo, ella sale mal de ahí. En mi libro busco quién era ella antes de ir a Cuba, qué pasó en los manicomios y quién era ella.  Voy encontrando, como todos los hijos de desaparecidos y víctimas, haciendo charlas con compañeros, amigos que nos van contando quién era esa persona. 

¿Cuál era la razón clínica por la cual tu madre es internada?

A mi madre le dan el diagnóstico de esclerosis múltiple que no es una enfermedad psiquiátrica. Tenía una parte del cuerpo paralizado y el tratamiento que le dan no tiene nada que ver con lo que la enfermedad necesitaba. La tratan con electroshocks y alopidol. En su historia clínica dice que deja de hablar para que le dejen de dar los electroshocks. Ninguna historia clínica dice que daban electroshocks, pero los enfermeros y médicos de esa época me dicen que siempre lo hacían, pero no lo registraban porque era algo común. 

Cuánto tiempo te llevó ese proceso, viajando de Holanda a Argentina para reconstruir esa historia. 

Fui y vine varias veces desde 2013 hasta 2015 donde cerré la investigación. Lo primero que hice fue ir al Moyano (clínica psiquiátrica) a pedir su historia clìnica. Era una carpeta regorda donde ella había escrito su historia de vida. Ahí me encuentro escrita a mano la historia de mi mamá. Cuando lo veo me acuerdo que era amiga de Julio Cortazar que le escribía cartas, le mandaba dinero. 

¿Cómo lo conoció a Cortazar? 

Puede ser que la amistad haya sido a partir de conocerse por correspondencia o que se hayan cruzado en Cuba en 1967 cuando se llevó a cabo una cumbre que se llamó Olas donde venía líderes de izquierda revolucionarios para coordinar una movida en latinoamérica. En ese momento, estuvieron los dos en La Habana, él no va a esa reunión pero sí está presente en el país. 

¿Cómo es la relación que tiene con Cortázar?

Yo tengo cartas de Cortázar desde 1975 hasta 1982 período donde se escriben. Él lo hace con mucha ternura, incluso la llega a nombrar en una poesía. Le escribe de todos lados del mundo, de Nairobi, de París, de Nicaragua, le manda tarjetas. Eso la mantiene con vida a mi madre. Ella desde 1970 comienza a entrar y salir de los hospitales, nos deja en la casa de mis abuelos paternos porque no nos puede cuidar y porque mi papá estaba en la cárcel de la cual sale en 1973. En 1975 cuando la cosa ya estaba pesada acá, un tío mío la lleva al Moyano y la interna. Después de unos meses lo matan a él, el otro tío materno se va del país. En marzo de 1977 secuestran a mi tío paterno y en junio de 1977 a mi papá. No me queda familia porque además todos mis abuelos habían muerto.

Ahí pasan dos cosas, Cortázar la mantiene a ella con vida con sus cartas, le manda libros, textos y dinero. Con ese dinero una tía la logra sacar y enviar a un neuropsiquiátrico privado en Turdera donde fallece finalmente en 1982. Cortázar le sigue escribiendo después de la muerte porque no se entera inmediatamente. 

¿De qué hablaban en las cartas?

Hablaban de libros, ella le comentaba libros que había leído de él, algo de la situación argentina. 

En esa reconstrucción que hacés, ¿en qué cambia la imagen que vos tenías de ella siendo muy chica? ¿Con qué otra madre te encontrás?

Me encuentro con otra madre. Yo recordaba una mujer enferma, pero tenía un sentimiento que era más que eso. Me encuentro con una que escribía poesía y cuentos, que pintaba, que le encantaba bailar, que se juntaba con amigos a hablar de literatura y filosofía. A mí me encantó la mujer que encontré, quería vivir la vida plena, a nivel intelectual, como mujer y madre, a todo sentido. Eso choca con su parte militante donde le pasan algunas cosas más y donde se choca con un machismo vigente. En Cuba hay un episodio serio del cual ella queda quebrada con sus sueños y utopías. Esa otra mujer concuerda mucho más con lo que yo sentía, encontré una tranquilidad interna mucho más grande. Encontré una madre que me gusta, el sentimiento que sentía que me quería lo encuentro afirmado y que ella quería otra vida para mí, una vida como la que tengo. Es una tranquilidad inmensa, incluso desaparecieron pesadillas que tenía. En ese camino encontré otros casos de compañeros y compañeras con historias parecidas. 

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