El único periodista latinoamericano muerto en la guerra de Vietnam era argentino. Nunca se supo con precisión quiénes ni por qué lo mataron, aunque a esta altura se descarta que haya caído a manos del Vietcong. Su cuerpo nunca fue recuperado y la Cancillería argentina jamás se ocupó seriamente del caso. Hoy, a 57 años del hecho, el cineasta Ricardo Preve recrea la historia de Ignacio Ezcurra a través de su documental “Un precio que tenemos que pagar”, obra que se espera esté lista en algunos meses más. Ezcurra desapareció de pronto el 8 de mayo de 1968 y nunca volvió a saberse de él. Sin dudas su vocación y gran profesionalidad le hicieron pagar un precio demasiado caro.
POR: NICOLÁS AVELLANEDA
Saigón ya no se llama Saigón y tampoco es más la capital de Vietnam del Sur. Es que ese territorio, dominado primero por los franceses y luego por los norteamericanos, ya no existe como un país en sí mismo sino como una parte de un país que se llama Vietnam. Como debió haber sido siempre. La vieja Saigón se llama ahora Ciudad Ho Chi Min en homenaje al héroe vietnamita. Como sea que se llamara o se llame ahora esa ciudad fue en ella donde, en 1968 y en plena guerra de Vietnam, un joven corresponsal argentino perdió la vida a manos de asesinos anónimos.
El colega se llamaba Ignacio Ezcurra y había nacido en San Isidro en 1939, habiendo sido anotado bajo el pomposo y aristocrático nombre de Ignacio de Ezcurra Caprile. De espíritu más que aventurero, terminado el secundario entró a trabajar en La Nación, el diario fundado por su tatarabuelo Bartolomé Mitre. Pero muy poco después, a los 19 años y junto a dos amigos, Ignacio viajó a dedo a los Estados Unidos, donde se quedó por casi tres años, perfeccionando su inglés y estudiando periodismo. Cuando lo mataron, Ignacio tenía 28 años, una hija de un año y otro en camino, y una más que promisoria carrera como periodista.
De todo esto y de mucho más; de la corta pero riquísima vida de Ezcurra; de los motivos desconocidos pero sospechados que lo llevaron a morir acribillado a balazos y de varias cosas más acerca de aquel enviado especial del diario La Nación habla “Un precio que tenemos que pagar” el documental que, bajo la dirección del cineasta argentino Ricardo Preve, se está rodando por estos días entre Argentina y Vietnam.
La admiración como origen “Siempre había admirado su figura”, comienza diciendo el director del documental al comenzar su diálogo con Portal Sur al responder por qué decidió llevar a la pantalla la historia de Ignacio Ezcurra. Y agrega que el citado colega “era un periodista completo, redactor y fotógrafo“. Ricardo Preve también recuerda que aquel joven enviado especial del diario porteño La Nación contaba con buena experiencia internacional en cuanto a coberturas: “Él ya había cubierto historias en lugares lejanos, donde entonces los argentinos no solían ir. Y en ese sentido entonces me sentí bastante identificado: en los últimos 25 años tuve la suerte de trabajar, para la mayoría de las cadenas de documentales, en unos 80 países”.
El cineasta agrega que, si bien siempre le había interesado la historia del malogrado corresponsal de guerra, al comenzar la investigación previa que todo documental requiere, hubo algo que le llamó mucho la atención: “Me pregunté cómo una persona como él, un occidental alto, de casi un metro noventa, puede desaparecer en una ciudad como Saigón sin dejar rastros. Aun cuando haya desaparecido en Cholón, el barrio chino, no deja de ser sorprendente que en una guerra tan fotografiada, tan filmada; con tantos periodistas acreditados, una persona pudiera simplemente desaparecer”.
Fue a partir de esa pregunta que se hizo Preve que, en su decir, “el documental fue evolucionando en base a otras preguntas: quién mató a Ignacio Ezcurra, por qué lo mataron y, finalmente, cuáles fueron las circunstancias de su muerte y desaparición”. Tras hacernos notar que Ezcurra era –y terminó siendo- el único periodista latinoamericano acreditado como corresponsal de guerra en Saigón, Preve señala que en el comienzo de su investigación apareció un dato no menor a la luz de los hechos posteriores: “Tres días antes de la desaparición de Ezcurra habían asesinado a cuatro periodistas occidentales, tres australianos y un inglés, casualmente en Cholón. De inmediato, las autoridades de Vietnam del Sur afirmaron que los había asesinado el Vietcong, pero tanto Ezcurra como casi la totalidad de los corresponsales acreditados dudaban de la versión oficial. Y otro detalle no menor es que Ezcurra no desapareció en un lugar cualquiera sino que su desaparición tuvo lugar cuando había ido precisamente al lugar donde habían sido asesinados los cuatro periodistas. Además, al bajarse del jeep en el que había llegado hasta allí, lo hizo rodeado de militares y policías de Vietnam del Sur”.
Un nuevo enemigo Preve destaca otro dato: al momento de dejar el vehículo en el cual había viajado junto a otros dos periodistas de los Estados Unidos, Ezcurra no parecía sospechar que nada malo pudiera pasarle. Al punto de haberles dicho a sus colegas que no lo esperaran, que él volvería por su cuenta al hotel por la tarde. Y en tren de elaborar teorías o descartarlas, el cineasta señala otro punto. Y dice: “Nosotros, por un lado, pensamos ‘bueno, quizás lo mató realmente el Vietcong’. Pero de inmediato nos surgió otra pregunta: ¿qué motivación podría haber tenido el Vietcong para matar a un periodista occidental? Y la respuesta a esta pregunta es: evidentemente, ninguna”. En tren de especulaciones, Portal Sur coincide con el entrevistado en cuanto a que es más posible que Ezcurra haya sido asesinado por estar investigando las muertes de sus colegas.
Llegada esta instancia, el cineasta aclara: “Es importante considerar la situación político militar de Vietnam en 1968. Hasta comienzos del 68 la relación entre los periodistas acreditados y las autoridades militares de Vietnam del Sur y de los Estados Unidos era muy amistosa. Ahora bien: en enero de ese año Vietnam del Norte lanzó la así llamada “ofensiva del Tet” (una operación conjunta ejecutada por el Ejército de Vietnam del Norte y el Vietcong) que, a pesar de ser un fracaso militar, resultó un gran éxito político pues, a partir de allí, la opinión pública norteamericana cambió su posición y comenzó a rechazar abiertamente la guerra”.
A partir de allí, de ese giro en la ciudadanía de los Estados Unidos, la relación entre los periodistas y los militares se puso mucho más tensa, más difícil, explica Preve. Sin duda, tanto los militares norteamericanos como los del Vietnam del Sur habían coincidido en que la prensa significaba un serio peligro para ellos y empezaron a considerarla, casi, como un nuevo enemigo. En este nuevo contexto, es más que aceptable pensar que los cuatro periodistas asesinados días antes de la desaparición de Ezcurra hubieran sido víctimas de los militares y que el argentino, sospechando eso mismo, hubiera decidido investigar. Y de ese modo sellar su suerte.
Pero más allá de cualquier especulación o suposición, a medida que fueron avanzando en su investigación, Preve y sus colaboradores se convencieron cada vez más que Ezcurra no había sido víctima del Vietcong (un ejército insurgente o de guerrilla, formado casi en su totalidad por civiles, pero que tenía una gran capacidad de lucha, a lo cual le sumaba una enorme creatividad en sus modos de combate y que se complementaba muy bien con el Ejército regular de Vietnam del Norte).
El documental El director de “Un precio…” cuenta que, para iniciar el trabajo, se crearon “…tres equipos de investigación. Uno en Argentina, que trabajó con archivos como los la Biblioteca Nacional, el Archivo General de la Nación, el de la Biblioteca del Congreso y de la Cancillería argentina. Y además, consultamos a gente que tenía información sobre el tema y sobre el propio Ezcurra, para conocer acerca de él. Asimismo formamos un equipo de investigación en Estados Unidos, el que trabajó en los archivos del Pentágono y en los del Congreso de aquel país y miramos unos tres mil negativos de fotografías de la guerra de Vietnam. Y finalmente armamos un equipo de investigación en Vietnam para lo cual incorporamos a una periodista vietnamita que tiene bastante experiencia trabajando con veteranos tanto del Vietcong como de Vietnam del Sur. Y hasta seguimos una pista japonesa porque había unos fotógrafos nipones que nos movieron a investigar”.
Preve avanza en el relato: “Logramos un montón de información –dice y agrega-: encontramos seis fotos del cuerpo de Ezcurra que no se conocían; también un informe, elaborado por el gobierno argentino acerca de la desaparición del periodista, que nunca se había publicado. Así, y al hacer el balance de todo lo que hallamos, terminé haciéndome una pregunta: ¿Cómo es posible que alguien como yo, que no tengo ningún acceso particular a la información, consiga tantos datos que quienes los tenían nunca los difundieron? ¿Hubo acaso negligencia, desidia o en verdad un plan para no contar lo que le pasó a Ignacio Ezcurra? Y esto último es lo que estamos investigando”.
Con la filmación prácticamente terminada en Buenos aires –Preve aclara que tal vez más adelante podrían agregarse algunas tomas más pero sólo si resultan imprescindibles-, a “Un precio…” le falta la parte que debe filmarse en Vietnam. Con un equipo que, en Argentina, integran unas doce personas de aquilatada experiencia –incluido el director- y, para esta ocasión, Preve decidió incluir una presentadora, a la sazón su sobrina segunda, Clara Preve, quien vale aclarar es corresponsal de guerra, trabaja para un diario norteamericano y por estos días ha vuelto a cubrir la guerra ruso-ucraniana.
El cineasta cuenta también que él y parte de su equipo se aprestan a viajar a Vietnam: “Seremos unos cuatro o cinco que iremos desde acá y allá se nos sumarán otros cuatro o cinco, todos ellos vietnamitas. Como verán son equipos reducidos tal como se estila en las filmaciones de documentales”. Explica que el film se solventa con fondos que él mismo aporta y que surgen de lo producido por los varios trabajos que, desde hace 25 años, realiza para las cadenas más prestigiosas del mundo como National Geographic, Discovery Channel o la RAI. “Por eso lo vamos filmando por partes; a medida que cobramos de nuestros otros trabajos invertimos una parte en nuestras propias producciones. Lo mismo hemos hecho con los documentales anteriores, por eso hemos tardado hasta cinco años para terminar alguno. Es que por un lado trabajamos para esas grandes cadenas y, por el otro, producimos nuestro propio material, el que luego vendemos a las plataformas como Max Latinoamérica o Amazon Prime”, aclara.
Un país duro y un equipo de lujo El cineasta que antes de ser tal fue ingeniero agrónomo y forestal, que presidía una empresa agroforestal norteamericana en Buenos Aires, y con la crisis del 2001 tuvo que cambiar de profesión, cuenta que el capítulo vietnamita del documental no será fácil. “Vietnam es un país duro”, afirma. Sin embargo, aclara que ya están hechos todos los trámites pertinentes que exige el país del sudeste asiático y hasta tienen la fecha de filmación. Según Preve, la cantidad de días “depende de ellos (las autoridades de Vietnam) y de la plata”. Pero luego dice: “En realidad estamos pensando en siete días de rodaje, entre el 30 de junio y el 7 de julio próximos. Rodaremos cinco días en Ciudad Ho Chi Min, en los lugares donde Ezcurra estuvo y donde desapareció. Allí, nuestra presentadora Clara Preve va a estar acompañada de la periodista vietnamita Le Van. Y luego vamos a filmar dos días en el Delta de Mekong, el cual me llamó mucho la atención por su parecido con el Delta del Tigre. Precisamente por eso, ya estuvimos filmando en el nuestro y vamos a mechar imágenes de ambos deltas”.
Pese al paso del tiempo, Preve cree que los vietnamitas aún sufren el trauma de la guerra. Y de algún modo es comprensible. Según detalla el cineasta “les tiraron encima siete millones de toneladas de bombas y unos 80 millones de litros de herbicidas. Y sufrieron entre tres y cuatro millones de muertos. Por eso creo que ese trauma se nota, sobre todo cuando uno se aleja de la zona comercial y turística”.
Pero nada de esto hace mella para llevar adelante el documental, porque Preve cuenta con un gran equipo que integran –además del propio Ricardo-, la Productora Ejecutiva Corina López Roach; la periodista y conductora Clara Preve Durrieu y la periodista y conductora vietnamita Le Van. Junto a ellas, Leonardo Val dirige la fotografía; Diego Velázquez Viard es asistente de cámara; Sebastián Lipszyc es el responsable del sonido y Graciela Fraguglia es la directora de arte. El equipo se completa con Silvina Roccisano en maquillaje y peinado; Lucas Sperzagni en asistencia de producción; Luz Martí y Florencia Solanas Pacheco en prensa; Lilian Roldán en administración y Gustavo Despouy en edición.
“El cine es una aventura espectacular y le debo mucho al cine argentino, de cuya comunidad me siente un orgulloso integrante” señala Preve. Y destaca que siempre –aunque su negocio está en venderles sus productos a las plataformas- estrena sus films en salas de cine, “porque creo en el cine como lugar de encuentro entre los seres humanos”, dice. “Un precio que tenemos que pagar” no tiene fecha de estreno, todavía, aunque Preve confía en poder estrenarlo entre marzo y abril de 2026. Fechas aparte, seguramente el documental será estrenado a sala llena. Tantos años después de su desaparición, sin dudas la memoria de Ignacio Ezcurra lo merece.
“Un precio que tenemos que pagar” –además de un muy buen documento fílmico- será un verdadero homenaje para la figura de ese periodista que, pagando un precio demasiado caro, perdió la vida a los 28 años mientras buscaba la verdad entre la muerte.