La CGT se encamina de manera inexorable a otro paro nacional la semana que viene. Ayer, una reunión de la cúpula con las regionales del interior barajó como fecha para llevarlo a cabo entre el martes y jueves próximos, con más chances para el 14, día en el que se presume Mauricio Macri podría anunciar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que coincidirá con el comienzo del Mundial de Fútbol.
Se trata de una posición salomónica para satisfacer a los gremios opositores, encabezados por Hugo Moyano y el bancario Sergio Palazzo, y los sectores más dialoguistas que preferían diferir la huelga hasta después del certamen futbolístico o, a falta de diálogo con el Gobierno, acercarla lo más posible a las novedades que acarreará para los trabajadores un entendimiento con el FMI. La clave esta semana será el temperamento que adoptarán los sindicatos del transporte, sobre todo los colectiveros de UTA y los maquinistas ferroviarios de La Fraternidad, determinantes para la contundencia del paro.
La decisión final se conocerá este jueves en una reunión del Consejo Directivo de la central obrera. Ayer hubo señales favorables a la huelga de parte de los dos miembros del triunvirato que participaron del encuentro: Héctor Daer, referente de los dialoguistas «gordos», y el portuario Juan Carlos Schmid, con inserción en el espacio de Moyano y entre los gremios del transporte. Ambos coincidieron en que no podrá pasar de este mes un paro nacional contra el veto presidencial a la ley que ponía freno a las tarifas, el acuerdo con el Fondo y la crisis económica que no da respiro.
Los dirigentes respondieron así a un planteo que soldaron gremialistas de casi todas las regionales del interior. Hasta Azopardo llegaron representantes de la mayoría de las provincias y de casi todas las seccionales de la CGT de Buenos Aires.
«Fuimos a pedir respetuosamente la necesidad de profundizar un plan de lucha para mostrar que estamos vivos. No puede ser que todos los sectores se movilicen menos nosotros, sobre todo después de que fracasaran y volviéramos con las manos vacías de todas las instancias de diálogo con el Gobierno», le dijo a este diario el camionero Octavio Argüello, armador político de Moyano y representante de la CGT San Martín. Según Argüello, los triunviros «admitieron que es necesario» ir a una huelga y «que no puede pasar de junio».
Junto a los miembros del triunvirato participaron del encuentro Omar Pérez, otro delegado del camionero y reemplazante de Pablo Moyano en el cargo de secretario Gremial de la CGT, y Luis Cejas, nuevo encargado de Interior en la central tras la salida de ese puesto del metalúrgico Francisco Gutiérrez. En la intimidad de la cúpula admiten que el paro, una herramienta constante de coerción, se hizo inevitable con el veto de Macri a la ley que sancionó el Congreso sobre tarifas.
Hasta la definición de la fecha la conducción buscará sumar volumen a la medida. Hoy desde las 16 habrá un encuentro de los líderes sindicales con una amplia comitiva de senadores del PJ que votaron a favor de la ley antitarifazo encabezados por el jefe del bloque, Miguel Ángel Pichetto. Prometieron asistir Inés Blas (Catamarca), Carlos Caserio (Córdoba), Julio Catalán Magni (Tierra del Fuego), Norma Durango (La Pampa), Carlos Espínola (Corrientes), Pedro Guastavino (Entre Ríos), Sigrid Kunath (Entre Ríos), Cristina López Valverde (San Juan), Alfredo Luenzo (Chubut), Beatriz Mirkin (Tucumán), Gerardo Montenegro (Santiago del Estero), José Ojeda (Tierra del Fuego), Juan País (Chubut), Pichetto (Río Negro), Guillermo Snopek (Jujuy) y Rodolfo Urtubey (Salta).
Ayer, en tanto, Daer y su hermano, Rodolfo, presidieron un encuentro casi en simultáneo con el de las regionales con la presencia de sindicatos industriales y representantes de cámaras empresarias del rubro fabril, en particular pyme. Además de estos movimientos resta saber si la CGT buscará coordinar el paro con las dos CTA, que ayer dejaron esa puerta abierta al acordar realizar una huelga «en la primera quincena de junio», aunque con el riesgo de que esa participación sea una excusa de la UTA y La Fraternidad para desertar por poca afinidad con esas expresiones gremiales.