Racing cumple 117 años. Una breve historia del «primer grande» del fútbol argentino

En medio de tiempos revueltos por la pandemia global de coronavirus, Racing Club, cumple 117 años de existencia. Una historia de gloria, caída y resurrección. De pasión, alegrías, broncas, tristezas y un presente auspicioso.  

Un 25 de marzo de 1903 nacía Racing Club, uno de los símbolos más potentes de Avellaneda. Una pasión que traspasó largamente las fronteras de lo que a comienzos del siglo XX era una ciudad en un crecimiento vertiginoso al calor del desarrollo industrial. El fútbol daba sus primeros pasos que dominaban los clubes de prosapia inglesa como el Alumni.

Entre las virtudes de Racing, una de ellas es abrir caminos. Fue el primer equipo criollo en consolidar su hegemonía en el fútbol local hilvanando siete títulos consecutivos entre 1913 y 1919. De allí el mote de La Academia, «el primer grande» como reza una de las banderas que habitualmente hay en el Cilindro.

De allí quizás el fanatismo de Carlos Gardel y de tanto otros porteños y bonaerenses que en su acercamiento al fútbol, que luego sería la gran pasión popular argentina, vieron en Racing el primer gran equipo.

Como ocurre con Racing, los ascensos y las caídas son vertiginosos. A partir de allí le costó tres décadas volver a lograr un título. El primer triplete en la historia del fútbol argentino en 1949, 1950 y 1951. Años del peronismo en los cuales también inauguró uno de los mejores y más bellos estadios del fútbol argentino: El Presidente Perón.

Estadio donde las gestiones de Ramón Cereijo, funcionario de aquel gobierno de Perón, fue fundamental para conseguir los recursos necesarios y construir un estadio, excepto el techo aún conserva su estructura original. Incluso el inmenso mástil tan característico.

En esto de abrir caminos, Racing también fue el primer campeón mundial de clubes de Argentina en 1967 con el mítico equipo de José venciendo al Celtic escocés en el tercer partido disputado en el estadio Centenario de Montevideo. El zapatazo del Chango Cárdenas fue por largo tiempo el recuerdo más feliz en los tiempos difíciles que se avecinaban. De la gloria al ostracismo que, salvo excepciones, dominaría la vida del cub por las casi cuatro siguientes décadas.

Racing dejó de tener equipos competitivos, descendió en 1983, alquiló sus equipos, el magnifico estadio comenzó a tener problemas en su estructura mientras la situación institucional se convirtió en un prolongado desmadre. En 1999 llegó a su punto crítico con la frase de la síndico Liliana Ripoll «Racing no existe más», la quiebra y posibilidad concreta de desaparición. Imagen imborrable de esos días el redoblantazo impactando en la cabeza de Lalín y la hinchada yendo a la cancha el día que a Racing le tocaba jugar en su estadio.

De allí surgió Blanquiceleste SA que en el balance no fue una buena experiencia, pero que tuvo un hecho inolvidable para la historia del club: la obtención del Apertura 2001 con el equipo dirigido por Mostaza Merlo. El primer título tras 35 años de frustraciones (en medio sólo la Supercopa 88), en una alegría que iba en paralelo al derrumbe económico de la Argentina con el estallido del 19 y 20 de diciembre de ese año. No podía ser de otra manera en el mundo Racing.

En medio de todo ello, momentos de angustia, problemas institucionales crónicos, deportivamente sin mayor relieve, la hinchada de Racing fue forjando un vínculo a prueba de todo contratiempo. Se aferró al fanatismo, a la pasión, quizás como último refugio ante las recurrentes crisis futbolísticas e institucionales.

Después de mucho tiempo, hoy la Academia vive un tiempo de remanso y satisfacciones inimaginable tiempo atrás. Dos títulos locales en los últimos cinco años, equipo competitivos y sin los viejos sobresaltos económicos. Son los tiempos del Racing Positivo, con dos símbolos que dieron lo suyo dentro y fuera de la cancha: Diego Milito y Licha López.

Salud a los hinchas de Racing en su día. Uno de los símbolos mundiales de nuestra querida Avellaneda.

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