ALIMENTACIÓN SALUDABLE / Más frutas, menos harinas, el objetivo de los quioscos saludables de las escuelas

 

El problema de la obesidad y el consumo exagerado de azúcares y grasas saturadas en niños de edad escolar, y la necesidad de encontrar un marco legal para la venta de esos productos en los establecimientos educativos es un tema pendiente de discusión en nuestra sociedad.

Al principio no te das cuenta. Le compras caramelos, un paquete de galletas, un turrón. Luego le das dinero y se los compra él. Lo ves feliz pero después comienzan los problemas: de salud y autoestima. Los enojos porque ya no le entra su remera preferida o las burlas de sus compañeros. Es duro». Las palabras son de Lucía Lombardi, mamá de Joaquín. El niño de 13 años está en un tratamiento nutricional para combatir la obesidad y por ese motivo su madre -además de modificar los hábitos alimenticios en su casa- pidió el pase para inscribir a Joaquín en una escuela de Villa del Parque. La nueva escuela tiene quiosco saludable: un proyecto que busca mejorar la alimentación de niños y adolescentes.

En la última década hubo diversas legislaciones referidas a los trastornos de la conducta alimentaria en las escuelas. La mayoría no prosperó. En 2008 se sancionó la ley nacional 26.396 que promueve un ambiente escolar saludable mediante el desarrollo de estándares alimentarios en sus comedores: dicha ley aun no fue reglamentada. En 2014 la Cámara de Diputados bonaerense aprobó un proyecto para establecer la «comercialización de alimentos saludables en todos los quioscos y bufetes de establecimientos escolares», pero nunca fue tratada en el Senado.

En 2016 se creó -mediante el decreto 732/16 del Ministerio de Salud de la Nación- el Programa Nacional de Alimentación Saludable y Prevención de la Obesidad, coordinado por el doctor Alberto Cormillot quien tuvo que renunciar a los pocos meses por «la imposibilidad de avanzar y el no cumplimiento de pactos destinados a hacer un sector eficiente». Así, la única que resistió con éxito dentro de esta seguidilla de legislaciones alimentarias es la ley 3704 de «Alimentación saludable» sancionada por la legislatura porteña en 2010.

Además de «promover los hábitos saludables en la población escolar», la ley apunta al establecimiento de quioscos básicos que ofrezcan a los chicos alimentos como barras de cereal, alfajores a base de arroz, frutas secas, semillas y agua mineralizada entre otros productos. Desde 2013 hasta 2017, la cantidad de beneficiarios de los servicios alimentarios aumentó de 202.500 a 213.500 estudiantes. La Comuna 8 -Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa lugano- es la zona con mayor cantidad de beneficiarios del programa.

«Varias provincias vienen desarrollando políticas y legislaciones que promueven la alimentación saludable, pero la ciudad de Buenos Aires fue la primera en implementarla «, explica el doctor Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil (Cesni). Carmuega también menciona que al tratarse de una legislación reciente, no existe una medición del impacto de los quioscos saludables «pero toda iniciativa que reconozca la importancia de la prevención de la obesidad infantil es clave». Según la última encuesta de salud escolar realizada por el Ministerio de Salud de la Nación -donde participaron casi 30.000 alumnos de entre 13 y 15 año de todo el país- el 40% de la población en edad escolar sufre de obesidad.

Además, en el último informe del Panorama de Seguridad Alimentaria y Nutricional elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) la Argentina encabeza el ranking regional de obesidad. Según este informe el 9,9% de los niños menores a cinco años padecen ese problema.

«Al principio no te das cuenta. Le compras caramelos, un paquete de galletas, un turrón. Luego le das dinero y se los compra él. Lo ves feliz pero después comienzan los problemas: de salud y autoestima. Los enojos porque ya no le entra su remera preferida o las burlas de sus compañeros. Es duro». Las palabras son de Lucía Lombardi, mamá de Joaquín. El niño de 13 años está en un tratamiento nutricional para combatir la obesidad y por ese motivo su madre -además de modificar los hábitos alimenticios en su casa- pidió el pase para inscribir a Joaquín en una escuela de Villa del Parque. La nueva escuela tiene quiosco saludable: un proyecto que busca mejorar la alimentación de niños y adolescentes.

En la última década hubo diversas legislaciones referidas a los trastornos de la conducta alimentaria en las escuelas. La mayoría no prosperó. En 2008 se sancionó la ley nacional 26.396 que promueve un ambiente escolar saludable mediante el desarrollo de estándares alimentarios en sus comedores: dicha ley aun no fue reglamentada. En 2014 la Cámara de Diputados bonaerense aprobó un proyecto para establecer la «comercialización de alimentos saludables en todos los quioscos y bufetes de establecimientos escolares», pero nunca fue tratada en el Senado.

Las frutas son la opción más elegida por los padres y recomendada por los médicosLas frutas son la opción más elegida por los padres y recomendada por los médicos Crédito: Shutterstock
En 2016 se creó -mediante el decreto 732/16 del Ministerio de Salud de la Nación- el Programa Nacional de Alimentación Saludable y Prevención de la Obesidad, coordinado por el doctor Alberto Cormillot quien tuvo que renunciar a los pocos meses por «la imposibilidad de avanzar y el no cumplimiento de pactos destinados a hacer un sector eficiente». Así, la única que resistió con éxito dentro de esta seguidilla de legislaciones alimentarias es la ley 3704 de «Alimentación saludable» sancionada por la legislatura porteña en 2010.

Además de «promover los hábitos saludables en la población escolar», la ley apunta al establecimiento de quioscos básicos que ofrezcan a los chicos alimentos como barras de cereal, alfajores a base de arroz, frutas secas, semillas y agua mineralizada entre otros productos. Desde 2013 hasta 2017, la cantidad de beneficiarios de los servicios alimentarios aumentó de 202.500 a 213.500 estudiantes. La Comuna 8 -Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa lugano- es la zona con mayor cantidad de beneficiarios del programa.

Según la legislación, la instalación de los quioscos no es obligatoria y se aclara que la autoridad de aplicación es el Ministerio de Educación de la Ciudad. De acuerdo al último relevamiento que hicieron en la Dirección General de Servicios a Escuelas -del total de 734 establecimientos escolares de gestión estatal- se contabilizaron 127 quioscos, de los cuales: 17 son básicos, 35 son bufetes y 75 son cantinas, es decir, menos del 20%.

«Varias provincias vienen desarrollando políticas y legislaciones que promueven la alimentación saludable, pero la ciudad de Buenos Aires fue la primera en implementarla «, explica el doctor Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil (Cesni). Carmuega también menciona que al tratarse de una legislación reciente, no existe una medición del impacto de los quioscos saludables «pero toda iniciativa que reconozca la importancia de la prevención de la obesidad infantil es clave». Según la última encuesta de salud escolar realizada por el Ministerio de Salud de la Nación -donde participaron casi 30.000 alumnos de entre 13 y 15 año de todo el país- el 40% de la población en edad escolar sufre de obesidad.

Además, en el último informe del Panorama de Seguridad Alimentaria y Nutricional elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) la Argentina encabeza el ranking regional de obesidad. Según este informe el 9,9% de los niños menores a cinco años padecen ese problema.

«Hoy uno de cada cuatro escolares tiene sobrepeso y probablemente la mayor parte de ellos serán adultos obesos», dice la licenciada en Nutrición Antonela Carnevale. Para la especialista, la reacción de los padres ante los problemas de alimentación de sus hijos suele variar: «La mayoría de los padres subestima el problema y directamente deciden no tratarlo con un profesional. Los que deciden tratar a sus hijos a veces se sienten desbordados, porque ven que ese compromiso también les concierne a ellos». En los casos de obesidad infantil, las responsabilidades trascienden a los padres y los espacios simbólicos como las escuelas.

Fuente: Juan Ignacio Gareca, Diario La Nación

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