Policía Bonaerense / Del reclamo salarial a la desestabilización política

Por LEONARDO MARTÍN 

La Policía Bonaerense una vez más en el centro del debate público. La fuerza de seguridad más numerosa del país (más de 100 mil efectivos) es noticia en estos días por una protesta que arrancó como un reclamo salarial y que con el correr de las horas se fue convirtiendo en una peligrosa maniobra de extorsión y desestabilización política.

El reclamo salarial es justo. Históricamente, la Policía Bonaerense ha tenido salarios bajos que complementa con adicionales o changas sumando horas en vigilancia privada. Hoy muchos de esos adicionales no los están percibiendo a raíz de la pandemia como el caso emblemático de los operativos en los partidos de fútbol.

Las condiciones laborales y la paga son malas, eso es inocultable. Kicillof apenas tiene 10 meses como gobernador un medio de una crisis histórica como es la pandemia de Covid-19 donde las recaudaciones se desplomaron. La virulencia del reclamo es llamativa frente al silencio del desplome salarial durante la gobernación de María Eugenia Vidal.

Un salario de un Policía raso no alcanza los 35 mil pesos, un comisario cerca de 70 mil pesos. También reclaman que tienen que afrontar gastos como el uniforme y chalecos, suman que las horas extras «son obligatorias y se pagan 40 pesos».

Sin meternos en la existencia de algunas cajas negras que manejan las cúpulas, para el grueso de los Policías los ingresos son indudablemente bajos. De allí que el reclamo sea justo y que al no existir representación sindical (prohibida por un fallo de la Corte Suprema en 2017) el camino que queda abierto para hacerlos sea a través de policías autoproclamados, exonerados, con el apoyo de familiares.

Sumado a ello, al comparar los ingresos con sus pares de la Ciudad de Buenos Aires, son mucho más bajos. En algunas escalas perciben un 100% menos. No esta demás recordar que el distrito que gobierna Horacio Rodríguez Larreta es la ciudad más rica del país, en un extensión del territorio que no llega ni al 0,1% de la provincia de Buenos Aires.

También que en la presidencia de Mauricio Macri la Ciudad recibió un significativo aumento de la coparticipación federal al momento de absorver a los efectivo de la Policía Federal. Pasó de recibir el 1,5% al 3,75%, cifra tras la implosión del modelo económico pasó a 3,5%. Tanto Alberto Fernández como Cristina Kirchner en el comienzo del mandato hicieron referencia a la abrumadora diferencia presupuestaria entre la Ciudad y la Provincia.

Separando la paja del trigo, hasta ahí se pueden comprender las demandas. Aspirar a un mejor salario y condiciones laborales es legítimo. Lo que hace un ruido excesivo, es la extorsiva modalidad de protesta frente a la quinta presidencial de Olivos o los bocinazos durante la madrugada en la residencia del gobernador Kicillof. Eso es apriete y es más que un reclamo salarial. Es una definición política de, al menos, un sector de la Bonaerense que tiene sus fogoneros en los sectores políticos que apuntan a la desestabilización.

Ir a manifestarse y permanecer durante horas en la Quinta de Olivos es un mensaje peligrosos y antidemocrático. ¿Por qué ir allí cuando la recomposición salarial se negocia con la Provincia y cuando además Kicillof anunciará mañana un aumento de sueldos e inversión en equipamiento?

En el medio aparecen voceros radicalizados que muestran su indignación por la salida en libertad de Lázaro Baez o las críticas a los movimientos sociales. Otros que son invitados a dialogar con el Presidente en Olivos piden que este «salga a la calle» o «entrar con cámaras». Policías buscando imponer condiciones para una reunión a un Presidente que los recibe de buena voluntad cuando podría no hacerlo. Un desquicio muy peligroso.

Apenas un par de semanas atrás, el ex gobernador y presidente de transición tras la crisis de 2001, Eduardo Duhalde, presagió un golpe de Estado. Pese a estos sucesos, sigue pareciendo una posibilidad muy lejana, pero a la luz de estos hechos, se la ve un poco más cercana. Quizás no sea un golpe al viejo estilo, pero sí hay abierta una enorme franja desestabilizadora del Gobierno de Alberto Fernández. Las marchas anticuarentena, los medios de comunicación más poderosos todos los días tirando con artillería, el trabajo incesante de los trolls en las redes sociales y así. Generando el clima de «esto no se aguanta más».

Se verá la evolución del conflicto en las próximas horas y semanas. Seguramente habrá mejora salarial y de condiciones laborales. Bienvenida sea. La segunda tarea es desarticular esos poderes oscuros de la Bonaerense y los vínculos con los sectores que están jugando a la desestabilización política.

 

 

 

Escribe tu Comentario