MIGUEL ABUELO / A 30 años de la partida de un artista imprescindible

Hoy se cumplen treinta años de la partida de Miguel Abuelo, uno de los músicos que forjó una etapa de las más creativas del rock nacional en los años ochenta. Misterioso, talentoso, ecléctico, trotamundos, poeta desbordante y vivaz son algunas de las palabras para describir una personalidad muy rica. Autor  de varias canciones instaladas a fuego en la memoria colectiva. 

Con apenas 42 años, una de las víctimas tempranas del Sida en nuestro país, falleció víctima de una infección generalizada tras una operación de vesícula. Una pérdida incalculable en el año más doloroso para el rock nacional. El 22 de diciembre de 1987 fallecía Luca Prodan, el 26 de marzo de 1988 Miguel Abuelo y el 21 de diciembre de ese mismo año Federico Moura. Caprichos de calendario que justo en esos 365 días hayan partido tres artistas inmensos que dejaron un legado aún vigente.

Nació en 1946, hijo de una madre soltera, migrante del interior, que tiempo después enfermaría por lo cual Miguel Angel Peralta (su nombre real) terminó parte de su infancia en un orfanato y finalmente adoptado por el Director de esa institución.

Formado musicalmente con una base en el folclore terminó siendo parte de la primer generación del rock que irrumpió desde mediados de los años sesenta en adelante. Fue parte de la bohemia cultural y nocturna junto a Litto Nebbia, Moris, Tanguito y tantos otros jóvenes que escribían las primeras páginas del rock.

De esa época viene la primer formación de Los Abuelos de la Nada, nombre que tomó del libro El Banquete de Severo Arcángelo del Leopoldo Marechal. Compartió banda, entre otros, con Pomo Lorenzo (Invisible, Pappo `s Blues), Claudio Gabis (Manal) y hasta con Pappo. De allí surgieron temas como Mariposas de Madera y Diana Divaga aportando psicodelia en tiempos donde el beat aún dominaba la escena. Fue parte de los inicios del rock nacional, más bien desde los márgenes en cuento al reconocimiento. Quince años después sería protagonista de la renovación que tuvo el rock nacional en pleno resurgimiento democrático y con la herida de la Guerra de Malvinas aún abierta.

En medio de eso, Miguel Abuelo, peregrinó por Europa en los años setenta, en una etapa de la cual poco se sabe de su vida. Sí que fue en la que tuvo a su hijo Gato Azul y en la que grabó un disco de culto llamado Et Nada financiado por un productor – podemos presumir bastante excéntrico – llamado Moshe Naim.

El regreso a la escena musical argentina coincide con el deshielo político en nuestro país, con el fin de la Dictadura y con una necesidad de nuevas expresiones, influencias, ritmos. Los Abuelos de la Nada, Sumo, Soda Stereo, Los Redondos, Virus, Fito Paez, un Charly García encendidísimo le cambian la cara al rock argentino, sacuden la comodidad y la zona de confort en la que se movía.

Los Abuelos sacan su primer disco en 1982 con una formación de músicos brillantes y talentosos con producción de Charly García. Participan en esa etapa Andrés Calamaro, Cachorro López (tiempo después uno de los productores más importantes de la música latina), Gustavo Bazterrica en guitarras, Daniel Melingo en saxo y el Polo Corbella en batería.

En primer disco la tónica es más festiva, más pop que psicodélica, con influencias del reggae, la new wave y hasta del folclore. Allí se destacan temas como No te enamores nunca de aquel marinero bengalí, Sin Gamulán, Tristeza de la Ciudad.

Un año después, viejas épocas donde las bandas solían sacar un disco por año, editan su album más exitoso, Vasos y Besos. Mil Horas, Chalaman, No se Desesperen son algunas de las canciones de un disco clave en la década del ochenta.

Al año siguiente editaron Lunes por la Madrugada. Allí está uno de los temas más sensibles e imprescindibles del rock nacional, Himno a mi Corazón. Una gema con una de las más emotivas interpretaciones de vocales de Miguel Abuelo.

Tiempo después vendrá un disco en vivo de Los Abuelos grabado en el Opera, un disco solista de vuelo bajo en popularidad y ventas donde Miguel Abuelo recorre ritmos latinos, folclore y se permite indagar en una poética distinta. De allí hay otra de las perlas de su carrera, Buen Día Día, tema que, además, da nombre al disco.

Ya sin Calamaro, Cachorro López ni Gustavo Bazterrica rearma a Los Abuelos de la Nada con una nueva formación para lo que sería su último disco editado en 1986, Cosas Mías. Un escalón debajo de su trabajo previo es el punto final para una carrera zigzagueante, con períodos de experimentación y otros de popularidad, con casi una decena de hits radiales.

El final fue un 26 de marzo de 1988. Como todo gran artista tiene un privilegio que es la trascendencia de su arte que, también es su trascendencia personal. A 30 años de su partida aún se lo recuerda y lo que es más valioso, se música y su arte dejaron un legado imprescindible para la historia del rock nacional.

 

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