Liga Profesional. Racing no sufre goles en contra, pero también le cuesta convertir. Nuevo empate.

Nuevamente la Academia conservó el cero en su propia valla, pero no pudo superar a Banfield de local y solo sumo un punto en su carrera por la punta de la tabla del torneo.

Por tercer partido consecutivo, Racing empató 0 a 0. Como ocurrió contra Central Córdoba y contra Boca, era un resultado que desde que asomó el primer tiempo ya amenazaba como inamovible. La mitad de las diez fechas que jugó la Academia en este torneo terminaron así, sin emociones. Cinco partidos 0 a 0. Parece mucho. Es el marcador favorito de un equipo que no pudo pasar del empate ante Banfield, que sumó su séptimo partido sin ganar, pero que sigue estando cerca de la pelea.

La única fortaleza de Racing para estar metido en la conversación de la parte alta de la tabla parece estar en su propio arco. Apenas una vez le convirtieron en todo el campeonato, aquel gol de Silvio Romero que definió un clásico ante Independiente y terminó con el ciclo de Juan Anontio Pizzi. En este 0 a 0 como local, se lleva el consuelo de no depender sólo de las manos mágicas de Gabriel Arias. Otra vez, Nery Domínguez y Leonardo Sigali, su dupla central, fueron las individualidades más altas.

Después de cuatro semanas de trabajo desde que asumió de urgencia tras la salida de Juan Antonio Pizzi, Claudio Ubeda decidió meter mano en el equipo. Racing jugó ante Banfield con cuatro modificaciones respecto al equipo que había empatado en La Bombonera, el domingo pasado. Dos, por obligación: con Eugenio Mena y Gabriel Arias convocados a la selección de Chile por la triple fecha de Eliminatorias, en el lateral izquierdo apareció el uruguayo Fernando Prado y en el arco, Gastón Gómez. Además, apostó por Ignacio Piatti en el lugar de Darío Cvitanich y Julián López tuvo su oportunidad por Leonel Miranda, con un traumatismo en el empeine, de bajo nivel en los últimos partidos. No fue sólo modificaciones en los nombres: Ubeda también apostó por recostar a Maximiliano Lovera por la derecha y a Tomás Chancalay por la izquierda.

Los cambios no mutaron la identidad de La Academia. Nada de eso le dio otra cara al equipo: volvió a ser un cuadro previsible y sin cambio de ritmo, que mira el arco rival a distancia. Como le había pasado ante Boca y Central Córdoba de Santiago del Estero, ni siquiera generó situaciones de peligro. En ocho partidos de las diez fechas que lleva este campeonato, a Racing no le pudieron convertir goles. Su solidez en el fondo es notoria. También sus limitaciones ofensivas: en los últimos tres juegos no sólo no pudo convertir. Y también le costó generar peligro.

Para el segundo tiempo, el cuerpo técnico buscó la solución en el paraguayo Matías Rojas, que saltó al campo en el entretiempo por Julián López. Tampoco cambió el panorama. A Rojas le siguieron los ingresos de Benjamín Garré y Lisandro López. Ni siquiera el regreso del ídolo después de tres fechas de ausencia por una molestia muscular sacó de la modorra al local. Lovera intentó con una apilada y una asistencia a Correa, que recibió fuera de juego. Lo mismo le había pasado a Juan Manuel Cruz, unos minutos antes, cuando definía al gol después de una atajada de Gómez tras un cabezazo de Luciano Lollo. Dos de las jugadas más claras fueron anuladas por offside. Un síntoma del partido, como si no se pudiera atacar.

Ni siquiera tuvo el empuje final Racing, como si ya estuviera resignado a sus falencias ofensivas. No llovieron centros, no hubo arremetidas individuales. Tampoco una presión que llevara a la visita contra su propio arco. Los ingresos de Enzo Copetti y Carlos Alcaraz no pudieron aportar un cambio de fórmula.

Si el futbolero promedio se había quedado con ganas de ver fútbol después de la insólita suspensión entre Brasil y Argentina, por las Eliminatorias, en San Pablo, el partido siguiente que aparecía en la grilla era Racing-Banfield, por la décima fecha del campeonato argentino. Ni siquiera en ese contexto, el 0 a 0 pudo haber entregado alguna emoción positiva. Fue un bodrio grande como el Cilindro de Avellaneda. Los arcos parecían parte de la escenografía. Apenas una atajada del Chila Gómez, para evitar un tanto del Taladro, que acaso fue el que más cerca estuvo de la victoria.

La Academia decidió encarar los dos tercios de torneo que le faltaban de torneo cuando salió Pizzi con un cuerpo técnico improvisado. Cinco partidos después, sigue en una situación similar. Acumula dos triunfos y tres empates, pero la identidad no aparece. Y las dudas, después de casi 300 minutos sin goles, empiezan a asomar.

RESUMEN DEL PARTIDO:

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