Clubes de Barrio: San Martín de Sarandí, «un amor para toda la vida»

Como habitantes del sur del Conurbano Bonaerense tenemos algo muy presente en nuestras historias de vida, identidad y en los lazos con los lugares donde vivimos: los clubes de barrio. Centros deportivos, sociales y culturales donde se encuentra la comunidad, donde crecen los chicos y chicas, donde el barrio encuentra un lugar para el esparcimiento, para la solidaridad en un espacio por fuera de la lógica del lucro.

Desde Portal Sur queremos reivindicar a los clubes de barrio y sus historias, su pasado y su presente. Sus virtudes y necesidades, las decenas de actividades que allí se desarrollan. Por eso vamos a comenzar a publicar notas con regularidad para conocerlos y difundir su actividad. Avellaneda, Lanús, Quilmes, Lomas de Zamora, Berazategui cuentan con centenares de clubes que, desde este espacio, iremos mostrando para conocer un poco más en profundidad sus historias.

En este primer paso, elegimos al club San Martín de Sarandí. Bienvenidos al inicio de este recorrido.

Por Leonardo Martín (@leomartin99)

Sarandí, Avellaneda. Donde la avenida Roca se encuentra con la calle Debenedetti. En un barrio de casas bajas, con el paso apurado de los autos y camiones que, por esta misma arteria, se dirigen hacia el Acceso Sudeste. Allí se encuentra el Club Social y Deportivo San Martín. Un edificio con una fachada blanca y azul, dos pisos y una enorme réplica sobre la puerta principal de una locomotora del Tren Roca y el Viaducto, dos símbolos de la identidad del barrio.

Para adentrarnos en su historia, el presidente del San Martín, Walter Arena, nos cuenta que: «El club fue fundado en 1938 con el nombre de Nuevos Rumbos».

«En 1947, se refunda con el nombre actual. Hubo una situación en esos años con un subsidio que no llegaba, como también con militares interviniendo; por lo cual se decidió cambiarle el nombre. Allí deciden ponerle Club Social Deportivo San Martín, más conocido como el San Martín de Sarandí”, agrega sobre los primeros años de vida del club.

«Allí se crean los estatutos y se compran los terrenos actuales con una hipoteca en donde puso su casa como garantía el que era, en ese entonces, presidente del club. Con los años pasamos muchos altibajos, los clubes están muy pegados a las situaciones que vive el país».

«La peor parte de la historia del club fue durante los años noventa y principios de 2000. Fue una etapa de decadencia muy grande, en donde estuvimos al borde del cierre. Fueron años donde perdimos todas las actividades; inclusive, hubo una reunión en donde se decidió cerrar el club. Unos pocos se quedaron, buscando mantenerlo. Yo lo había transitado de chico, ahí es donde en mi caso particular regreso con mayoría de edad, con 18 años, para formar parte del relleno de la Comisión Directiva, siendo cuarto vocal suplente en la lista», recuerda.

«En ese año me empecé a hacer cargo del buffet. Se empieza a acercar juventud al club, a hacer algunos cambios y aportar movida. En 2007 decidimos tomar la posta, llamamos a elecciones, año desde el cual soy el presidente. Desde ahí, hay una lista de unidad en donde todo el que quiera participar puede estar adentro», relata Arena.

 

EL PRESENTE

La irrupción de la pandemia cambió la vida cotidiana de millones de personas en el mundo y los clubes no son la excepción. La actividad social de los mismos también se encuentra afectada por las necesarias medidas de cuidado y, debido a esto, muchos de ellos atraviesan serios problemas económicos a la hora de afrontar los gastos corrientes.

«En condiciones normales, previo a la pandemia, estábamos en 15 actividades. En lo deportivo tenemos futsal masculino y femenino, patín, escuelita de fútbol, yoga, zumba, funcional y gimnasia para la tercera edad, a través de la actividad Sarandí Movéte. También, nos hemos hecho fuertes en la parte cultural. Desde hace 18 años, ya son toda una tradición en Avellaneda, ensaya y realiza sus corsos la murga Prisioneros del Delirio, quienes fueron declarado de interés municipal en el año 2013. Hay talleres de oficio de electricidad, cosmetología y otras actividades como teatro, guitarra, cocina. Son muy variadas las actividades y estamos abiertos a otras nuevas. Previo a la pandemia hemos tenido talleres de cuero, primeros auxilios, charlas de bullying y prevención de accidentes», detalla Walter respecto a las actividades del San Martín de Sarandí.

«También tenemos una pata social. Firmamos todos los años convenios con el Instituto Idea, que es un colegio de la zona; articulamos con Arsenal Solidario y trabajamos con negocios e instituciones del barrio». añade.

«En plena pandemia tenemos algunas actividades por Zoom como yoga, guitarra. El año pasado la gente estaba con más ganas, se pudieron hacer más cosas a través de la plataforma; pero hoy en día está muy difícil… Hay un cansancio muy grande de la gente y no está de ánimo para arrancar por Zoom».

«En tiempos normales, aproximadamente, unas 400 personas realizan actividades en el club. Esa es la cantidad de gente que necesitamos para bancar la estructura. No nos podemos dar el lujo de tener menos personas; hay un costo muy alto en mantenerlo», agrega.

«Hace 15 años sólo contábamos con dos espacios; hoy en día tenemos seis. Está el gimnasio deportivo que es la cancha, un salón en planta baja que es un espacio cultural llamado El Semillero del Arte. También tenemos un SUM, un quincho, el buffet y un salón en primer piso. El año pasado, con un subsidio de la Municipalidad y con recursos propios, inauguramos una construcción de 200 m2 en la terraza y ahora estamos empezando la obra de otros 200 m2 más en la misma terraza y la construcción de un aula para dar talleres de oficio», contó Walter respecto al futuro del club.

 

LAS TARIFAS

El aumento exponencial de las tarifas de los servicios públicos -aplicado durante el gobierno de Mauricio Macri- puso en jaque las economías familiares, como también la de pymes y comercios. Los clubes de barrio no están exentos; ellos también fueron afectados, jaqueados por esos incrementos.

«Los tarifazos fueron tremendos desde el 2016. Hoy estamos al día con los servicios públicos, pero con las cuentas en cero, sin margen. Es un alivio estar al día, pero es una problemática que la vamos a tener en breve, tenemos un costo fijo de funcionamiento de $40.000. El año pasado estuvimos los primeros tres meses abajo hasta que nos adaptamos a la pandemia. Hicimos una campaña muy fuerte para hacer socios y llevar a cabo actividades. Este 25 de mayo repetiremos una donde vamos a vender platos de lentejas para juntar los fondos para los gastos que tenemos».

 

Existe una ley sancionada en el Congreso de la provincia de Buenos Aires en octubre de 2020 que, entre otros beneficios, plantea una tarifa cero mientras dure la emergencia. «Existe, pero no hay nadie que la ejecute», indicó Arena.

LA RELACIÓN CON EL MUNICIPIO

Una de las características en Avellaneda es la fuerte inversión del Municipio en los clubes de barrio. «Tenemos una comunicación directa, siempre fue así. Al menos, desde la gestión de Ferraresi a quien conocimos cuando era el secretario de Obras Públicas. Fue uno de los primeros en acercarse al club. De lo que a mí me tocó ver en Avellaneda hubo, por primera vez, una política de inclusión, de apoyar a los clubes; para que no se caigan las obras que hicimos. Esta última que realizamos fue gracias al municipio».

 

EL FUTURO

«El futuro es incierto, pero nos encontramos unidos pensando en nuevas alternativas para sobrellevar este momento y en breve lanzaremos una nueva campaña de socios, donde seguiremos apuntando al sentimiento, al lugar de pertenencia. En los últimos años, como una especie de slogan, hemos utilizado varias frases para seguir atrayendo socios. Pero hay algunas que en pandemia se hicieron más fuertes: «un amor para toda la vida», «el club de tu barrio te necesita» y terminamos siempre con una que pasa a ser más un deseo que una frase: Porque si hay algo que extrañamos en este año y pico de pandemia es… escuchar, una y otra vez , «NOS VEMOS EN EL CLUB».

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