Martín Blousson/ Del teatro al cine hay un solo paso

Piedra, papel y tijera es un thriller psicológico, dirigido por Macarena García Lenzi y Martín Blousson, basado en la obra teatral «Sangre de mi sangre» de la propia Macarena. Victoria Lencina dialogó, en el programa radial «Todo Sigue Igual», con Martín Blousson quien comentó el desafío de trasladar un libreto teatral a la pantalla grande y relató la experiencia de filmar una película completamente en interiores.

Macarena García Lenzi y Martín Blousson en el rodaje de «Piedra, papel y tijera»

Victoria Lencina: La película está basada en la obra teatral «Sangre de mi sangre» de Macarena García Lenzi. ¿Cómo surgió la idea de llevarla al cine?

Martín Blousson: Cuando yo entré en el proyecto ya estaba presentado. Esta era un obra de la que Macarena siempre decía que a ella le había quedado algo limitada la historia en el contexto del teatro. Entonces, se había quedado con ganas de contar más cosas. Era una obra que ya en la puesta teatral tenía un laburo muy grande en lo visual. El personaje de Jesús filmaba y lo que filmaba vos lo ibas viendo en un televisor. Claramente, abría un mundo con estos personajes que daba ganas de contar y desarrollar. Así que ella escribió una primera versión con la colaboración de su hermana y, a partir de ahí, entró en lo que era en el INCAA una tercera vía. En el INCAA vos podés presentar proyectos pidiendo, según el nivel de la producción, y esto era como mucho más chico y ahora ni siquiera existe. Era, dentro de lo chico del INCAA, lo más chico, entonces, aprovechando que eran tres actores y una locación sonaba más o menos posible y así fue tomando forma el proyecto. Ahí me invitaron a participar y a co-dirigir con ella y ahí entré e hicimos varias re-escrituras y después todo lo que fue empezar a pensar en la película con su propio lenguaje audiovisual. Fue un proceso lindísimo.

VL: Recién comentabas que, dentro del espacio teatral, Macarena se encontró con ciertas limitaciones. La película está íntegramente filmada en interiores y solamente tiene un plano exterior en una terraza. ¿Cómo fue el proceso de rodaje?

MB: Una de las cosas principales que pensamos cuando empezamos es tratar de que no quede la sensación de que es teatro filmado. Es una cuestión que pasa muchas veces con las adaptaciones de una obra de teatro o de una película con dos o tres actores en una locación donde plantás una cámara y queda como si estuvieras viendo una obra de teatro. Queríamos alejarnos mucho de eso. Trabajamos mucho pensando en eso. Además, no teníamos mucho tiempo, era un rodaje de tres semanas y era medio una locura y eso, también, te juega en contra. Y eso nos llevó a tratar, a veces más exitosamente, y otras quizás no tanto, a tratar de pensar una puesta con cierto montaje interno. Que donde estuviera la cámara estuviese siempre contando algo. Macarena, a pesar de que ella venía del teatro, tiene una mirada súper obsesiva. Entonces, nos pusimos a ver pelis con gente en una cama. Un amigo nos recomendó una película australiana donde había un personaje en una cama durante toda la película y, entonces, vimos que algo de esa claustrofobia nos jugaba a favor por el tipo de película que es. La idea era que no fuera aburrida visualmente, pero también aprovechar. Digo, en el cine argentino lo que termina pasando es que, sobre todo en el último tiempo, nos llenan tanto de limitaciones que uno trata de ingeniérselas, en la medida de lo posible, para que esas limitaciones se vuelvan recursos e ideas.

VL: Comentabas que tenían la intención de que la película no «se vuelva aburrida visualmente». A mí me parece que es muy dinámica. Hay un trabajo desde la puesta en escena con la iconografía religiosa y el tratamiento de los colores que es muy interesante. ¿Cómo decidieron esa impronta?

MB: Creo que ahí lo que tuvimos fue la suerte de trabajar con gente como Pipi Harsanyi, que fue el director de arte, después el director de foto, las chicas de vestuario como Laura Ohman y Joselita Paulucci también muy obsesiva. Creo que toda esa obsesión de la gente y el nivel de compromiso… había muchos que era la primera vez que estábamos haciendo nuestra primera película. De hecho, esta es nuestra primera película con Macarena. Había como una energía y una preocupación por los detalles. Era una película que se construía mucho con los detalles. Teníamos esta casa increíble que queríamos sacarle el jugo y, entonces, tratar, como ya conocíamos bien la casa, de que los personajes, los vestuarios y el arte esté todo medio como amalgamado. Estos hermanos que están ahí encerrados un poco por elección y un poco por incapacidad de salir al mundo se empiezan a mimetizar un poco con esta casa, entonces, ahí con el trabajo de todos y las ganas de disfrutar de cómo con un montón de detalles se le podían agregar a lo que queríamos contar. Así se fue armando el cuentito visual.

VL: Recién hablabas de la casa. Es una casa bastante particular porque está anclada en el tiempo y posee tres plantas. ¿Cómo consiguieron la locación?

MB: Es una casa donde habían crecido unos amigos de Macarena. Era una familia muy particular porque muchas de las cuestiones religiosas están en la casa, incluida la marmolería porque eran una familia de marmoleros. Es una combinación rarísima la casa. Tiene una decoración ya de por sí propia que era muy particular. Macarena la había usado para grabar unas secuencias de video para unas obras de teatro y ya la tenía muy en vista. Fue increíble filmar ahí.

VL: ¿Cómo se sintieron en el trabajo de co-dirección?

MB: Cuando empecé a trabajar en cine fue, sobre todo, escribiendo y era en grupo. Siempre pensaba en lo difícil que es y en la suerte que tenía de que la gente con la que me juntaba porque hay algo del ego siempre muy en primer plano al trabajar en cosas creativas. Entonces, es difícil a veces separar las discusiones sobre cuestiones creativas de lo personal. Siempre sentí que tuve suerte. Con Macarena fue increíble eso. Discutimos, tuvimos diferencias, pero teníamos en claro todo. El haber planificado nos puso siempre en  un mismo rumbo. Teníamos en claro la película que queríamos contar. De entrada, charlamos mucho sobre eso. Yo le preguntaba mucho porque era una historia que ella traía de antes. Una historia de años en la que yo me estaba metiendo. Empezamos a tener en claro cuál era el cuento que queríamos contar y después cualquier discusión o diferencia que pudiera haber era cuestión de ver qué era lo que mejor funcionaba para la historia. Ella con los actores es increíble, tenía un montón de experiencia. Al mismo tiempo, me dejaba participar muchísimo. La gente se piensa que porque ella venía del teatro estaba más tiempo con los actores y yo con la cámara, y la verdad que no fue así para nada. Los dos aprendimos muchísimo y nos quedamos contentos. Todavía nos podemos juntar a charlar y a tomar algo.

Pedro Fernández: ¿Trabajaron con alguno de los actores que protagonizaron la obra teatral?

MB: Sí, las dos actrices son las mismas que son Agustina Cerviño y Valeria Giorcelli. Son las dos que estaban en la obra original. Dos actrices increíbles. Después el actor que era Matías Marmorato, por cuestiones de laburo, no podía. Se le había complicado y nosotros ya teníamos que salir a filmar sí o sí, y ahí entró Pablo Sigal que fue también un genio. Él, además, se tenía que acoplar a este laburo de cero. La verdad que confió, se mandó y estuvo genial.

PF: Si tuvieras que comparar con la obra teatral, respecto a la duración del tiempo, ¿les quedó más larga la película?

MB: Sí, Macarena se había quedado con las ganas de contar más. El cine te da la posibilidad de explorar más la casa de esta gente. En el teatro independiente, estabas en una habitación y todo lo demás era en off. En cine, nos daba la posibilidad de recorrer un poco más la casa, jugar con más elipsis. En teatro quedás más limitado al recurso. Si quiero que pase el tiempo, tengo que apagar las luces. Entonces, en cine teníamos más libertad para desarrollar. Quedó un poco más larga y más completa.

VL: Hace un ratito hacías hincapié en el hecho de «contar un cuento». La película trabaja esta idea desde lo estético, pero también presenta un diálogo muy interesante con «El Mago de Oz». Para concretar esta idea, ¿trabajaron con storyboards?

MB: Sí, en casi todas las escenas -de hecho, creo que fue muy poco lo que no teníamos pensado- con unos dibujos totalmente rústicos. A veces, subo algunos en facebook. Yo que no tengo mano para nada, pero aunque sea para tener una referencia de algo y saber por dónde buscar. El storyboard nos ayudó mucho. El rodaje siempre tiene que ver con la resolución de conflictos. Es decir, de todo lo que uno no había pensado y empieza a ser un problema. Entonces, tener una idea compartida de para dónde ir nos ayudaba. Teníamos pensado diez planos y podíamos hacer la mitad. Entonces, ver cuáles son los que verdaderamente necesitamos para contar y hacer desde ahí. Después lo que son las animaciones del personaje de Jesús que está haciendo como una película propia. Ahí laburamos en conjunto con Ian Kornfeld que es un músico, artista, animador, diseñador que, además, diseñó el poster de la película. Eso fue después de la película. Sabíamos que iba a estar, hablamos con él. Fue parte más de la post-producción.

VL: ¿Cómo fue el trabajo de edición?

MB: Yo, en general, es más de lo que vivo que es editar. Para mí, fue una experiencia genial. Primero, siempre te dicen no te conviene editar tu película y quizás es cierto, pero acá como había muy poca plata ya era el plan desde siempre. Pero hubo algo que estuvo buenísimo que es justamente el hecho de que, como había muy poca plata, la gente que trabajó en post-producción nos podía acomodar en sus horarios cuando no tenía trabajos ya pactados. Estuvo buenísimo, para mí, como experiencia. Y volverla a ver con Macarena con quien trabajamos durante muchísimo tiempo. Nos sentamos, cuando ya la habíamos dado por terminada cinco veces y, al verla de nuevo, uno de los dos decía «este corte a mí nunca me gustó mucho» y el otro decía «bueno, está bien, cambiémoslo». La gente que participó de todo eso que fue increíble, desde Juan Martín Hsu que es un colorista tremendo que es también director de La salada, que es una película que nos encanta. Y fue un honor laburar con él. Seba González de El Cono del Silencio, los músicos Emilio Haro y Daniel Barredo que hicieron un laburo increíble. Además, teniendo en cuenta, de que nosotros casi no teníamos referencias que eso siempre uno edita con alguna referencia y acá no la habíamos podido encontrar. Y ellos cuando laburaron encontraron el tono perfecto para la música. Estoy muy contento con todo el proceso de terminar de armar la película.

VL: ¿Cómo sigue la circulación de la película? Actualmente está en el Gaumont.

MB: Nos dieron la noticia de que, por suerte, seguimos una semana más. Es increíble. Con el sueño ya de llegar a los mil espectadores en una sala en el Gaumont. Estamos en 800 y quiero que lleguemos a los 1000. Ya estoy súper ambicioso, me siento Spielberg. Después, además, como un lujo extra vamos a estar en el Festival Buenos Aires Rojo Sangre. Arranca este jueves en el Multiplex de Belgrano y ahí la van a dar como parte de una sección de películas de género que se estrenaron en el año. Esto va a ser el sábado 30 a las 18 hs y el domingo 1 de diciembre a las 22 hs. Esto lo pueden ver en la página del festival Rojo Sangre.


Piedra, papel y tijera 
Dir. Macarena García Lenzi y Martín Blousson
Elenco: Pablo Sigal, Valeria Giorcelli, Agustina Cerviño
Dur. 83 min

Espacio INCAA Sala Gaumont
16:20 hs

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