MANUEL GARCÍA (CADICINE) / El cine argentino en estado de emergencia

Desde fines de 2018, la cuota de pantalla dejó de ser efectivamente fiscalizada por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA); por lo cual cada vez son menos las películas argentinas que logran llegar a los complejos de cine multipantallas.

La semana pasada el INCAA publicó en el Boletín Oficial la Resolución 1515/2019 que modifica sustancialmente a la 981/2013 y pone en peligro a la figura del distribuidor como agente clave para el desarrollo de la industria audiovisual nacional. Manuel García, presidente de la Cámara Argentina de Distribuidores Independientes Cinematográficos (CADICINE), dialogó con Victoria Lencina sobre la acuciante situación que enfrenta el sector cinematográfico local y advirtió: «cerca del 80% de la producción nacional que se estrena cada año se vería afectado por la falta de este apoyo».

Por VICTORIA LENCINA

– ¿En qué consiste la nueva Resolución 1515?

– Es una Resolución modificatoria de otra en que se premia un incentivo a la distribuciónEs una resolución o un apoyo que desde 2013 permite que las empresas que se dedican exclusivamente al cine argentino independiente -que son unas 7- puedan estrenar unas cincuenta o cien películas argentinas independientes por año. Este apoyo es necesario, en parte, porque las películas que se estrenan muchas veces no generan los ingresos de taquilla necesarios para poder afrontar los gastos de un estreno y porque, también, esto hay que decirlo el INCAA no regula. No tiene las regulaciones necesarias y porque las que tiene no las implementa y no las fiscaliza. Entonces, en este marco, este apoyo a la distribución era imprescindible y esta modificación – que es la 1515-  que salió la semana pasada lo que hace es ponerle al acceso a ese apoyo condiciones que son incumplibles o que, de alguna manera, condicionan ese apoyo al uso solamente de gastos de producción del estreno como la impresión de afiches, pero que no pueden ser usados para la operación de la distribución, o sea para los que son gastos propios de las empresas distribuidoras.

– ¿Por qué se modifica la Resolución 981? ¿Cuáles son los argumentos que dio el INCAA? 

– La modificación son dos cuestiones que, en líneas generales, nosotros no estamos en desacuerdo. Una de ellas es ampliar el acceso a este premio a distribuidoras o proyectos que no tengan antecedentes necesariamente, pero que vayan a distribuir el cine que sí califica que es el cine mediano a chico. Y la otra, es que hay que rendir ese ingreso, o sea este apoyo. Eso me parece que está bien. Estamos todos de acuerdo con eso. El tema es que la forma en que está dispuesto este apoyo y la forma en que se implementaría la rendición de este apoyo hace imposible o nos hace dudar mucho de que pueda ser aplicado a lo que son los honorarios del distribuidor que no puede vivir de la taquilla y necesita algún tipo de apoyo para seguir funcionando. Entonces, estas modificaciones que parecen pequeñas de alguna manera hacen inviable la distribución en sí misma, la sacan del mapa e implica que, como decíamos en la gacetilla, a partir de enero del año próximo no puedan haber más estrenos por lo menos vehiculizados por distribuidoras que es lo normal acá y en todas partes del mundo.

– ¿Qué permitía la Resolución 981 que acaba de ser modificada?

La resolución tenía como propuesta poder generar una mayor y una mejor distribución del cine independiente argentino, un cine que sale con entre tres y veinte copias en todo el país, entre el cual se encuentra un montón de producción muy valiosa a nivel cultural y cinematográfico que quizás no tiene el impacto comercial que puede tener una película de Darín, pero que sí aporta muchísimo porque son una parte muy importante de la producción anual de cine argentino. Entonces, esa Resolución permitía que hubieran distribuidores al servicio del estreno, la promoción, la programación de esas películas que sin ese apoyo no podrían conseguir alguien que pueda operar eso, consiguiéndoles pantallas y audiencia. Eso funcionó, de alguna manera, con espacio para ser perfeccionado, pero permitió que en los últimos seis o siete años se estrenaran entre cincuenta y cien películas por año. Que son las películas que van a quedar adentro de un cajón a partir de enero próximo si esto no vuelve para atrás o se modifica de alguna manera que permita que nuestra actividad sea viable.

– Pienso, sobre todo, que las películas nacionales forman parte de nuestro patrimonio audiovisual. No deberían quedar en un cajón. El pueblo tiene derecho a acceder a ellas porque son parte de su cultura.

– Sí, por supuesto. Además, el absurdo de todo esto es que hay dos temas: lo administrativo y lo cultural. Lo administrativo, el INCAA produce todas estas películas que no van a ser vistas o que no van a ser estrenadas y, también, les pide a estas películas que, para cumplir con sus requerimientos, sean estrenadas con un distribuidor y en un mínimo de pantallas. Todo esto sin este apoyo es básicamente imposible y son películas que van quedar cajoneadas, con lo cual el INCAA se contradice a sí mismo en sus mismos requerimientos. Pero, más allá de esta cuestión administrativa, es esto que vos decís que es un tema de cultura pura. Toda la producción cultural y el patrimonio audiovisual nacional queda privado del encuentro con su público, con su audiencia, con los ciudadanos que son los beneficiarios naturales de la política de estado de la producción de cine.

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– Recién hablabas del rol del distribuidor y de la cuota de pantalla. ¿Podrás desarrollar cuál es la función del distribuidor en la industria y en qué consiste la cuota de pantalla?

– En pocas palabras, el distribuidor se encarga de tomar la producción cinematográfica, o sea las películas, y pensar de qué manera -por eso la mejor manera de que esas películas encuentre un público- generalmente a través de las pantallas de cine. El distribuidor es el que estrena películas. Es el intermediario entre la producción y la exhibición. Se encarga de hacer la prensa, la publicidad, de conseguir las salas, de administrar todos los ingresos que genera, todos los gastos, coordinar todo un equipo de estrenos. En fin, es una tarea medio de pulpo, pero es un intermediario que funciona acá y en todo el mundo históricamente como el eslabón para conectar la producción con la audiencia. Por otro lado, la cuota de pantalla es una regulación que está en nuestro país y en otros países. Lo que hace es, en un mercado que tiende a la concentración y a una participación enorme de las compañías extranjeras -Disney, Warner, Fox, etc. – les obliga a las pantallas a tener un mínimo de programación de cine argentino por año o por trimestre. Una sala está obligada a programar, por lo menos -esto no es un tope, sino que es un mínimo- una película argentina por pantalla por trimestre. Entonces, un complejo que tiene, por lo menos, diez pantallas tiene la obligación de estrenar al menos diez películas argentinas por trimestre por calendario. Esto no se cumple en absoluto. A veces, con niveles de incumplimiento ya obsceno. Nosotros hacemos un seguimiento, desde la cámara, para ver el nivel de cumplimiento y hay trimestres con cumplimiento cero. Es difícil que así el cine argentino tenga una posibilidad real de encontrarse con su público y de generar ingresos que puedan generar un negocio que no pida apoyos o subsidios como la Resolución 981, de la que veníamos hablando.

– ¿Cuáles serían las alternativas a la cuota de pantalla vigente considerando la nueva Resolución? 

– La política del Estado del INCAA que puede favorecer la diversidad, el cine independiente y la inclusión de nuevos públicos es muy variada y yo diría que hay muchas cuestiones que el INCAA puede hacer que son programas o resoluciones que ya existen en el INCAA. Por ejemplo, además de la cuota de pantalla, está la Media de Continuidad que es, si la cuota de pantalla permite que una película entre en salas, la Media permite que se quede en las salas. El calendario de estrenos que es una herramienta entre la cual las salas y los distribuidores se conectan para poder organizar las películas que cumplen con la cuota de pantalla y tener previsibilidad de fechas de estrenos -cosa que ahora no pasa y uno se entera que va a estrenar una película tres días antes de la fecha-. También, está «Espacios INCAA» que es un programa de pantallas alternativas federal. Hay programas de formación de audiencias como «La Escuela va al Cine». Hay numerosísimos programas y regulaciones que son muy interesantes y que si fueran bien aplicados y bien fiscalizados el panorama sería totalmente diferente.

– Respecto a la Ley de Cine, ¿qué cambios o mejoras considerás que se le pueden realizar?

– En este momento, en particular, con el cambio de gestión en puerta uno imagina que puede haber un cambio. Hay una gran movilización dentro del sector para poder empezar a pensar propuestas en general tendientes a cambios en la Ley de Fomento que es la ley que de alguna manera regula la producción de cine, el hacer cine. Nosotros dentro de la distribución estamos tratando de trabajar para todo lo otro, es decir, con conseguir una audiencia para esas películas, conseguirles pantallas. Y también, estamos tratando de conectarnos desde la distribución y la exhibición, que es como un mundo medio separado y divorciado de lo que es la producción o la dirección, de juntarnos para pensar qué tipo de cine se hace, cómo se hace, cómo el cine que se hace se conecta con un público o no. Estamos hablando de públicos en su diversidad, digamos, no solamente los millones de espectadores de una película muy comercial, sino también las películas que reúnen dos mil, cinco mil, o los documentales, las películas que van a festivales. En fin, la diversidad del cine argentino pensado desde un principio como un contenido cultural con una audiencia específica. Entonces, estamos trabajando un poco para que lo que se viene contemple eso como una parte necesaria en lo que pensamos sobre el cine que queremos hacer.

– ¿En qué año y en qué circunstancia surge CADICINE?

– La cámara nació en 2013 y surge por el estado crítico de la actividad. La verdad es que han habido históricamente muchas otras iniciativas para hacer una cámara o una asociación, algunas duraron muy poco y otras no habían prosperado. Y, en este caso, la grave crisis que estaba atravesando el sector forjó finalmente una asociación donde hay veintitrés empresas, algunas de las cuales se dedican solamente a cine argentino, otras solo a cine extranjero. Esto hay que decirlo el sector está sufriendo muchísimo, me refiero al cine francés, italiano, europeo, el cine de autor tan reconocido en nuestro país por nuestra cinefilia. Hay algunas empresas que, dentro de la cámara, se dedican al cine extranjero. Se trabaja en una multitud de necesidades o de propuestas que tienen que ver con cómo, ante un mercado que está muy tendiente hacia la concentración -donde cada vez más gente ve menos películas- se pueden generar propuestas, programas o políticas que favorezcan las audiencias para un contenido más diverso o de calidad. Es un trabajo muy difícil. Esta gestión del INCAA ha sido particularmente muy indiferente a nuestros reclamos.

– Volviendo a la nueva Resolución, ¿qué porción del mercado cinematográfico argentino se ve perjudicado?

– Si uno tomas las cifras del anuario del INCAA, o sea la publicación que el INCAA hace cada año relevando un poco la actualidad de la industria. El año pasado, se estrenaron más de doscientas películas argentinas. La realidad es que de esas películas que tienen más visibilidad y muchas veces la obligación de estrenarse en salas, por su carácter de fomento y de producción, yo diría unas 100 o 120 películas. De esas 120, entre 80 y 100 están en manos de empresas de la Cámara. Por lo cual, el porcentaje está cerca del 80% de la producción nacional que se estrena cada año que se vería afectado por falta de este apoyo. Es un porcentaje altísimo. Y lo que queda fuera de eso son algunas pequeñas películas auto-distribuidas y, también, las películas que estrenan las empresas americanas como Disney, Fox, UIP, que son las cuatro o cinco películas más comerciales del cine argentino que, si bien son las más comerciales y las más visibles, son una fracción muy pequeña de la producción argentina total.

– ¿Crees que la nueva Resolución favorece a las grandes productoras?

– Directa o indirectamente sí favorece dado que si, de alguna manera, esto se concreta y estas películas dejan de estrenarse quedaría un montón de espacio liberado para que esas películas que, también cuentan con estos apoyos… porque una película de Darín también tiene cuota de pantalla, también tiene Media de Continuidad y se sirve de todo eso para poder ser programada y generar taquilla, entonces, se van a encontrar con un páramo donde pueden de alguna manera hacerse cada una de esas cuatro o cinco películas de todo el público del cine argentino que hay por año. No digo con esto que sea un plan macabro para dejarle salas solamente a esas películas, pero el efecto directo o indirecto es ese.

– ¿Cómo se preparan para enfrentar esta medida?

La verdad que estamos trabajando para que el resto del sector se sume a este reclamo, para que el INCAA, esta gestión o la próxima también nos escuchen y nos convoquen a participar y, entre todos, poder generar programas o activar programas ya existentes o regulaciones que están o que no están tendientes a favorecer el encuentro de un montón de público que realmente le interesa nuestro cine y no solamente en las ciudades, sino también en el interior donde estas películas casi no llegan con un cine que se hace, que cuesta mucho tiempo, con una industria muy inteligente y muy capacitada para hacerlo y que está esperando que su producción se encuentre con ese público. Esperamos que, de acá a un tiempo, tener mejores noticias para traerles y compartirles a todos ustedes.

 

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