MURIÓ DE LA RUA / Un repaso por su carrera política, de la esperanza a la caída

A los 81 años, falleció el ex presidente de la Argentina Fernando De la Rúa. De una carrera política extensa, con cargos legislativos y ejecutivos, la historia lo recordará por su turbulenta presidencia que culminó en estallido social del 19/20 de diciembre y en la remontada del helicóptero desde la terraza de la Casa Rosada tras una jornada trágica. En poco más de dos años de presidencia su carrera política pasó de ser una figura seria, mesurada, transparente, equilibrada que venía a terminar con la fiesta menemista de la corrupción y el todo vale a una figura indolente, que terminó de llevar al país a la crisis económica y social  más profunda de su historia. 

De la Rúa nació en Córdoba el 15 de septiembre de 1937. Abogado, realizó una carrera política que lo tuvo como un joven promisorio y siempre en un sentido ascendente. En 1973, con 36 años fue elegido senador por la Ciudad de Buenos Aires en la lista que lideraba Ricardo Balbín, líder del ala más conservadora del radicalismo. El cargo, obviamente, lo ocupó hasta el 24 de marzo de 1976.

En 1983 compitió en la interna radical como candidato a presidente contra Ricardo Alfonsín, derrotado terminó siendo elegido nuevamente como senador nacional por Buenos Aires. En 1991 fue electo diputado nacional, siempre dentro del radicalismo. Un salto crucial en su carrera lo dio en 1996, año en que fue electo como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en la primer elección que tuvo como territorio autónomo tras la sanción de la Constitución de 1994.

Como ocurrió con Mauricio Macri posteriormente, la Ciudad de Buenos Aires es un enorme trampolín político a la vida nacional. Ofrece visibilidad y recursos económicos para maniobrar políticamente en un distrito donde existen urgencias sociales, pero más acotadas. De la Rúa logró capitalizar esa posición y obtener la candidatura presidencial de 1999 tras vencer en una interna a Chacho Álvarez. Quizás no era más popular que Chacho pero contó con la estructura territorial del radicalismo frente a una fuerza como el FREPASO con escaso anclaje territorial y fuerte entre el votante independiente. Eran tiempos donde las internas no sé dirimían en PASO, quizás en las actuales condiciones el resultado hubiere sido otro. 

En años de profundo y progresivo deterioro social, con un creciente sentimiento antipolítico, signados por el corset económico de la convertibilidad del 1 a 1 se conformó la Alianza entre el radicalismo y el FREPASO. Esta última, fuerza que logró canalizar al voto progresista que tuvo en Chacho Alvarez a su principal figura y en Graciela Fernández Meijide a otra figura de resonancia pública. 

La Alianza le planteó a la sociedad la esperanza de un cambio, de terminar con la desvergonzada corrupción menemista, de constituir una opción ocupando la franja central de la política frente al neoliberalismo arrasador de los años noventa. “Dicen que soy aburrido” decía De la Rúa en un spot muy conocido de la época y que con el tiempo se convirtió en un bumerang. 

Quizás el principal problema de la Alianza es que basó su proyecto político en cuestionamientos morales, pero no logró plantear la verdadera discusión: el modelo económico que llevaba a la Argentina al desastre, a la desindustrialización y a niveles de desempleo y pobreza récords. El problema era la convertibilidad, el endeudamiento externo creciente, la desregulación de la economía, la apertura económica. La Alianza no hizo esos planteos estructurales y así le fue. También es cierto tras años de hiperinflación, hubo una legitimidad social extendida a la convertibilidad aún a pesar del costo social y en materia de empleo que implicaba. 

La fórmula De la Rúa – Chacho Alvarez venció a Eduardo Duhalde – Palito Ortega dando comienzo a una presidencia muy turbulenta con una economía en proceso de desintegración. 

A menos de un año de asumir Chacho Alvarez renunciaba como vicepresidente en medio del escándalo de la sanción de la Reforma Laboral con el pago de coimas a senadores justicialistas en lo que popularmente se conoció como la Ley Banelco. 

El equipo económico avanzó en esos dos años en un ajuste económico que finalmente se llevó puesto al Gobierno. Suba de impuestos (entre ellos la aparición del Impuesto al Cheque), recortes en todas las áreas, entre ellas educación con un conflicto agudo con las universidades, baja de los salarios de los empleados públicos y las jubilaciones del 13% en aquellos que en ese momento cobraban más de 1000 pesos. También fue la presidencia donde se realizó el megacanje de la deuda externa por 40 mil millones de dólares con un enorme perjuicio para el país. 

Un dato de la evidente desorientación política y económica fue la convocatoria como ministro de economía a Domingo Cavallo, el padre del modelo económico. El principal promotor del plan económico que llevaba al país al abismo social fue convocado como su salvador. El Gobierno profundizó el modelo financiero sobre el modelo productivo que, finalmente, comenzaría a desarrollarse poco tiempo después. 

El gobierno de De la Rúa fue una corrida desesperada para evitar el default, en días donde el Riesgo País, la caída de los bonos y acciones argentinas eran noticia cotidiana. También fue la época de la proliferación de las cuasimonedas popularizándose los Patacones, Lecops, Lecors y todas las variantes provinciales ante la restricciones de política monetaria que imponía la Ley de Convertibilidad.  Mientras tanto creció el endeudamiento externo y la fuga de capitales terminando en el Corralito anunciado en diciembre de 2001, desde allí los días estaban contados para la fallida experiencia de la Alianza. Los sectores populares venían sufriendo, los sectores medios también teniendo en la confiscación de los depósitos la gota que rebalsó el vaso. 

Los últimos días son conocidos, quedaron en la memoria entre los días más tristes de la historia nacional. Saqueos, cacerolazos, manifestaciones masivas espontáneas, la declaración del Estado de Sitio con 38 muertos y tantos otros heridos en una desbocada represión policial. La imagen del helicóptero remontando vuelo desde la Casa Rosada en el crepúsculo de un día violento quedó inmortalizada en el imaginario popular. Una salida que abrió un nuevo proceso político en la Argentina y hundió a De la Rúa con una imagen que nunca pudo disociar de la mayor crisis económica del país, del cual no fue el único culpable, pero de la cual también fue responsable. De la Rúa murió hoy, su carrera política lo había hecho el 20 de diciembre de 2001. 

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