ARSENAL / En las buenas, en las malas también

Por LEONARDO MARTÍN

No soy hincha de pibe de Arsenal. Por herencia familiar la cuestión vino por el lado de Independiente. Arsenal me despertaba simpatía por ser un equipo cercano, recuerdo tener alegría por el ascenso de 1992 en Mar del Plata y mucha sorpresa, más grande, cuando ya comenzaba a pelear seriamente para ascender a la Primera División.

Terminando la carrera de Comunicación, me surgió una posibilidad de participar en Por un Arsenal de Primera, con programa y transmisión de los partidos de Arsenal, con los que fueron excelentes compañeros. Una primer llave para hacer periodismo. Siempre me gustó el fútbol y las transmisiones eran parte de mi infancia, de seguir los partidos con la portatil, viajando en el auto familiar, escuchando a Independiente, los clásicos, los partidos importantes siempre con esa vibración tan especial y única que tienen las transmisiones de fútbol. Era una buena oportunidad para conocer un poco ese mundo.

Cuestión, llegué a Arsenal en 2006, cuando comenzaba el ciclo de Gustavo Alfaro. De ahí en más, por muchos años, seguí a Arsenal prácticamente en todas las canchas, viviendo la etapa dorada del club y sintiendo cada vez más esos colores.

El primer partido fue en el comienzo del campeonato con Gimnasia en Sarandí. Irían 20 o 25 minutos y se cortó la luz, “no puedo ser tan yeta me acuerdo que pensé en el momento”. Por suerte volvió al rato el partido se reanudó y Arsenal ganó, si no recuerdo mal, 2 a 0.

Me tocó vivir grandes momentos, esos que hoy están pintados en la tribuna y que son las huellas que la historia recordará de este equipo. Primero la clasificación a la Copa Sudamericana en el campeonato 2006/2007, Copa que termina ganando en una final con mucha angustia al poderoso América de México. En el recorrido a esa final noches gloriosas despachando a San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro, ganándole a Chivas en Guadalajara y uno de los momentos más intensos que viví en Arsenal, eliminando a River en el Monumental, en la definición por penales donde se lució Mario Cuenca. La final en cancha de Racing, sufriendo hasta el final, con el gol de Andrizzi, empujándola de guapo, también es inolvidable.

Después vinieron tiempos no tan buenos, con Garnero y Burruchaga, hasta que volvió otra vez Gustavo Alfaro. En diciembre de 2011, en una cena de fin de año, donde se festejaba el aniversario de la Sudamericana, Alfaro fue invitado para que vaya contando los detalles, la trastienda de esa Copa mientras se pasaban los videos de los partidos. Cuando ya terminaba, lo tengo bien grabado, dijo: «Esto fue una página gloriosa de la historia del club, pero todavía tenemos algunas páginas más importantes por escribir”. Poco tiempo después las escribiría.

Llegaron más títulos. Primero el Clausura 2012, con un equipo durísimo, con talento, disciplina, trabajo táctico, pelota parada y jugadores con alma. Otro momento alto de mis recuerdos con Arsenal fue en la Bombonera, a una fecha de terminar el campeonato donde pasa por arriba a Boca que también estaba en la pelea. Terminaba el primer tiempo y Arsenal lo ganaba 2 a 0. Me acuerdo de salir de la cabina y cruzarme con algunos de los nuestros, hablar y no poder creer lo que estaba pasando. Al final fue 3 a 0 y a la semana siguiente campeón con Belgrano.

Después llegaría la Supercopa con Boca en Catamarca, ganando en los penales, pero bailándolo en los noventa minutos y la Copa Argentina del 2013. Otra vez en Catamarca, con San Lorenzo, viajando 15 horas de auto para otra noche tremenda con Tinelli yéndose a los 15 minutos del segundo tiempo porque ya estaba definido el partido.

La muerte de Grondona en agosto de 2014 fue, indudablemente, un quiebre. Don Julio fue la cabeza y el factotum del crecimiento de Arsenal. Podría haber hecho su camino en AFA y posteriormente FIFA despreocupándose del Viaducto, pero siempre fue leal al que club que en definitiva había fundado con tantos otros entusiastas. Don Julio no sólo conocía la rosca dirigencial como nadie, también sabía de fútbol y a quien escuchar.

Siempre estuvo presente la idea de que Arsenal era favorecido por los arbitrajes. Lo que puedo decir del período que sigue de cerca mientras Grondona vivía es que Arsenal fue tan beneficiado como perjudicado por decisiones arbitrales. Lo que les pasa a la mayoría de los equipos. Muchas de las críticas vienen de las impotencias de hinchas de otro clubes que deberían mirar más para sus dirigencias antes de buscar explicaciones por otros lados.

En el balance creo que, sacando a Don Julio, Arsenal tuvo una mala conducción, con decisiones equivocadas y pagando errores previos de falta de construcción política. Se quedó sin referentes en AFA, fue un club cerrado que no integró más cabezas pensantes a la Comisión Directiva ni se hizo el trabajo para capitalizar en cantidad de hinchas en los buenos tiempos.

También sé que no es fácil. Arsenal es una estructura muy pequeña, con pocos socios, con ingresos reducidos, inserto entre dos gigantes del fútbol argentino como son Independiente y Racing. Más allá del pago de los derechos de televisación o de alguna venta de un jugador, los ingresos no sobran y mantener equipos competitivos no sólo requieren inteligencia, también dinero.

Después de la muerte de Don Julio vino el descalabro en forma acelerada. Directores técnicos que no estaban a la altura como Palermo y Humberto Grondona, otro que agarró un plantel sin jerarquía, pero que tampoco sumó en lo más mínimo como Caruso Lombardi. De todo ese trance, el único que se rescata es el Huevo Rondina, además alguien del riñon del club, trabajador, sin soberbia ni acompañado por una nube de humo.

Un capítulo aparte merece el nefasto gerenciamiento de Cristian Bragarnik y equipo. Con antecedentes positivos en lo deportivo en Defensa y Justicia, Bragarnik, principalmente venía a aportar jugadores, su especialidad. La realidad es que lejos de jerarquizar el plantel, armó uno con los retazos de los jugadores que no pudo ubicar en otros clubes. Lo tomó de depósito para llenarlo con un plantel limitadísimo al que le fue como le fue.

Otro capítulo es el de Humberto. Por linaje familiar llegó al club, es cierto que en plena caída, pero que sus decisiones terminaron de acelerar. Planteles mal armados, también hay que aclarar con evidentes limitaciones económicas, poco trabajo en la semana, mala preparación física. Un buen final de torneo le permitió estirar la permanencia un año más en Primera en la temporada pasada, pero a la siguiente el equipo mostró no estar a la altura. Desde el comienzo del torneo se visualizaba como un milagro mantener la categoría.

El descenso ya es una realidad dolorosa, pero inevitable. El tema ahora es el futuro, cómo encarar lo que viene. ¿Tiene los recursos económicos Arsenal para ser competitivo en la B Nacional o puede ser una escala más de la caída? ¿Va hacia un nuevo gerenciamiento en el futuro próximo? Con Don Julio a la cabeza Arsenal pasó por el ascenso siempre con un crecimiento sostenido, más allá de algún traspié circunstancial. Hoy el salto es sin la red debajo.

Por años, escuchamos la frase, “el día que no esté Grondona Arsenal desaparece” o la alternativa de que “vuelve a la B”. Hoy la última frase se hizo realidad. ¿Volverá Arsenal a Primera? Hoy la posibilidad se presenta complicada, pero uno nunca sabe las vueltas de la vida.

Los descensos habilitan balances, despiertan broncas, pero también buenos recuerdos. Cuando subió en el 2002 el objetivo era permanecer un año, fueron 16, con cinco títulos y un equipo siempre respetado futbolísticamente. Costará un poco acostumbrarse a la nueva realidad, dolerá un tiempo, pero la vida sigue para las personas y para los clubes. El desafío es contener la caída, la esperanza es recuperar el brillo y, al menos algunas de las páginas de gloria que Arsenal supo ganar.

Quedan todavía por delante muchas fechas en la Superliga para hacer de la despedida una larga agonía. De todos estos años me llevo del club excelentes recuerdos, aprendizajes y mucha gente valiosa. Ahora vienen otros tiempos, otros rivales, otra categoría. Ya no casi no participó de la transmisión con la que me acerqué a Arsenal allá por 2006, pero seguiré yendo a la cancha. Como dice la canción “en las buenas y en las malas”.

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